MISIÓN CRISTO REY
El Reino Social de Jesús, Cristo Rey
(Folleto de la Misión Cristo Rey)
Capítulo 1- El Reino de Jesucristo en las Sagradas Escrituras
Capítulo 2- Las características del Reino Social de Jesucristo.
Capítulo 3- Cardenal Pie: doctrina y apostolado
Capítulo 4- Las peticiones del Sagrado Corazón en Paray-le-Monial
Capítulo 5- El Sagrado Corazón renueva sus peticiones a Loublande en 1917
Capítulo 6- La encíclica Quas Primas del 11 de diciembre de 1925, Papa Pío XI: ¿Quién primero?
Capítulo 7- Hermana María de Cristo Rey (1926-1968)
Capítulo 8 - Los mensajes de Cristo Rey a Agnès-Marie: Alegría de Dios (1999-2013)
Capítulo 9 - El plan de Cristo Rey para salvar al mundo: realizar su Reino social
Bibliografía
Capítulo 1: El Reino de Jesús en las Sagradas Escrituras:
1- Génesis 49, 1-12:
Jacob llamó a sus hijos y les dijo: “¡Reúnanse! Quiero revelaros lo que os sucederá en los tiempos venideros. Juntaos, escuchad, hijos de Jacob, escuchad, Israel, vuestro padre...
Judá, a ti adorarán tus hermanos, tu mano doblará la cerviz de tus enemigos, y los hijos de tu padre se inclinarán ante ti. Judá es un león joven. Vienes de la carnicería, hijo mío. Se agachó, se echó como un león; esta bestia, ¿quién la hará subir? El cetro real no escapará a Judá, ni la vara de mando, a su descendencia, hasta que venga aquel a quien pertenece el poder, a quien obedecerán los pueblos. Ata a la vid su asno, a la vid el pollino de su asna. Él pisa su vestido en el vino, su abrigo en la sangre de las uvas. Sus ojos brillan más que el vino, sus dientes son más blancos que la leche.
2- Salmo 2, 1-8:
¿Por qué este tumulto de naciones, este vano murmullo de pueblos? Los reyes de la tierra se levantan, los grandes se alían contra el Señor y su Mesías: "¡Rompamos nuestras cadenas, desechemos estos grilletes!" El que reina en los cielos se divierte con ellos, el Señor se burla de ellos; luego les habla con furor, y su ira los aterra: "He consagrado a mi rey sobre Sión, mi monte santo". ¡Proclamo el decreto del Señor! + Me dijo: “Tú eres mi hijo; Yo, hoy, te he engendrado. Pide, y te daré por heredad las naciones, por dominio tuyo toda la tierra. Los destruirás con tu cetro de hierro, los quebrarás como vaso de alfarero. Ahora, reyes, comprendan, corríjanse, jueces de la tierra. Servid al Señor con temor, rendid vuestro homenaje con temblor. Deja que se enoje y estarás perdido: de repente estallará su ira. ¡Feliz que encuentra refugio en él!
3- Salmo 71, 1-19:
Dios, da al rey tus poderes, al hijo de este rey tu justicia. ¡Que gobierne con justicia a tu pueblo, que haga justicia a los desdichados! ¡Montañas, traigan paz a la gente, colinas, traigan justicia! ¡Que haga justicia a los desdichados de su pueblo, que salve a los pobres, que aplaste al opresor! ¡Que dure bajo el sol y la luna de generación en generación! Que descienda como lluvia sobre el rebrote, lluvia que penetra la tierra. ¡En aquellos días florecerá la justicia, mucha paz hasta el fin de las lunas! ¡Que gobierne de mar a mar, y desde el río hasta el fin de la tierra! Los pueblos se inclinarán ante él, sus enemigos lamerán el polvo. Los reyes de Tarsis y de las islas traerán regalos. Los reyes de Saba y Seba harán su ofrenda. Todos los reyes se inclinarán ante él, todos los países le servirán. Él librará al pobre que llama y al infortunado sin remedio.
Cuidará de los débiles y de los pobres, de los pobres cuya vida salva. Los redime de la opresión, de la violencia; su sangre es de gran precio a sus ojos. ¡Déjalo vivir! Le daremos el oro de Saba. * Rezaremos incansablemente por él; todos los días, lo bendeciremos. ¡Sea la tierra hasta la cima de los montes un campo de trigo: y sus espigas ondularán como el bosque del Líbano! ¡Que la ciudad florezca como la hierba en la tierra! Que su nombre permanezca para siempre; bajo el sol, ¡que subsista su nombre! En él sean benditas todas las familias de la tierra; que todos los países lo llamen bienaventurado! ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, solo él hace maravillas! ¡Bendito sea su glorioso nombre para siempre, toda la tierra sea llena de su gloria! ¡Amén! Amén
4- Isaías:
- Capítulo 2, 2-5:
Acontecerá en los últimos días que el monte de la Casa del Señor será más alto que los montes, * se elevará sobre los collados. A ella correrán todas las naciones, y vendrán muchos pueblos. Dirán: “¡Ven! ¡Subamos al monte del Señor, * a la casa del Dios de Jacob! Que nos enseñe sus caminos, e iremos por sus veredas. Sí, de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén, la palabra del Señor. Será juez entre las naciones y árbitro de muchos pueblos. De sus espadas forjarán rejas de arado, y de sus lanzas hoces. Nunca alzará la espada nación contra nación; ya no aprenderán la guerra. ¡Venid, casa de Jacob! Caminemos a la luz del Señor.
- Capítulo 9, 5 - 6:
¡Sí, nos nació un niño, se nos dio un hijo! En su hombro está el signo del poder; se proclama su nombre: “Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. Y el poder se extenderá, y la paz será sin fin para el trono de David y para su reino que él establecerá, que él establecerá en justicia y justicia ahora y para siempre. ¡Él hará esto, el amor celoso del Señor del universo!
5- Daniel 7, 13-14:
Miré, durante las visiones de la noche, y vi venir, con las nubes del cielo, como un Hijo del hombre; llegó al Viejo, y lo hicieron avanzar delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino; todos los pueblos, todas las naciones y pueblos de todas las lenguas le sirvieron. Su dominio es un dominio eterno, que nunca pasará, y su realeza, una realeza que no será destruida.
6- Evangelio según San Lucas 1, 30-33:
Anunciación a la Virgen María, por San Gabriel Arcángel:
Entonces el ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. He aquí, concebirás y darás a luz un hijo; le darás el nombre de Jesús. Será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David su padre; él reinará para siempre sobre la casa de Jacob, y su reinado no tendrá fin”. Nota: El trono de David es un trono político temporal. Jesús es por lo tanto un Rey temporal.
7- Evangelio según San Mateo:
- Capítulo 2, 1-2: Los Magos preguntan a Herodes: ¿dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?
“Naciendo Jesús en Belén de Judea, en días del rey Herodes, he aquí, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, y dijeron: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarlo. El rey Herodes, al oír esto, se turbó, y toda Jerusalén con él.
Nota: los dignatarios extranjeros vienen a adorar al Rey de los judíos: lo que da a la realeza de Jesús un carácter temporal (político) y universal.
- Capítulo 28, 18-20: (en el momento de la Ascensión)
“Jesús se acercó a ellos y les dijo estas palabras: “Toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vamos ! Haced discípulos a todas las naciones: bautizadlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Enseñadles a guardar todo lo que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. »
- Capítulo 21, 33 - 43:
“Escucha otra parábola: Un hombre era dueño de una hacienda; plantó una viña, la rodeó con una valla, cavó en ella un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego alquiló este viñedo a viticultores y se fue de viaje. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió a sus siervos a los labradores para obtener el producto de su viña. Pero los labradores apresaron a los sirvientes, golpearon a uno, mataron al otro, apedrearon al tercero. Nuevamente envió el dueño otros criados más numerosos que los primeros; pero fueron tratados de la misma manera. Finalmente, les envió a su hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo”. Pero, al ver al hijo, los viticultores dijeron entre sí: “Aquí está el heredero: ¡ven! mátalo, tendremos su herencia!” Lo agarraron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Y bien ! cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con estos labradores? Se le responde: "Estos miserables, los hará perecer miserablemente". Arrendará la viña a otros viticultores, quienes le entregarán el producto a su debido tiempo. Jesús les dijo: “¿Nunca habéis leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores, Se ha convertido en piedra angular: esta es la obra del Señor, la maravilla delante de nuestros ojos! Por eso os digo que el reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que lo haga fructificar". ¿Qué es esta nación?
8- La Oración del Padre Nuestro:
Padre nuestro que estás en los cielos
Santificado sea tu nombre,
Venga tu reino,
hágase tu voluntad...
… en la Tierra como en el cielo
Según el Concilio de Trento, esta última oración se aplica a las 3 solicitudes (Fuente: Le Règne social du Coeur de Jésus, por el Padre Henry Ramière, Éditions Saint Rémy).
Además, “Venga tu reino” asume que no ha venido. Ahora, el Reino de Dios ya está realizado en el Cielo. De hecho, es en la tierra que aún no se ha realizado. Jesucristo vino precisamente para esto. Es un proyecto de conquista.
9- Credo: el símbolo de Nicea-Constantinopla:
El Concilio de Nicea en el año 325 proclamó la consustancialidad del Hijo Unigénito con su Padre y afirmó la dignidad real de Cristo al insertar en el Credo: cuius regni non erit finis = y su reinado no tendrá fin.
10- El Apocalipsis de Juan:
- Capítulo 1, 4 – 6:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia Menor: Gracia y paz a vosotros del que es, que era y que ha de venir, de los siete espíritus que están delante de su trono, de Jesucristo, el testigo fiel , el primogénito de los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama, que con su sangre nos ha librado de nuestros pecados, que nos ha hecho reino y sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. »
- Capítulo 17, 12 – 14:
“Los diez cuernos que viste son diez reyes que aún no han recibido el reinado, pero recibirán poder real con la Bestia por una hora. Estos tienen el mismo proyecto: entregar su poder y su poder a la Bestia. Harán guerra contra el Cordero, y el Cordero los vencerá porque es Señor de señores y Rey de reyes; y los suyos, los llamados, los escogidos, los fieles, vencerán con él. »
¿Qué significa Rey de Reyes? … el Rey de reyes es el que conduce a los reyes. Ahora los reyes gobiernan las naciones: Jesús por lo tanto gobierna las naciones y sus gobernantes. Rey de reyes = Rey de naciones.
- Capítulo 19, 15 – 16:
“De su boca sale una espada aguda, para herir a las naciones; él mismo los guiará con vara de hierro, él mismo pisará el lagar del vino de la ira, la ira de Dios, Soberano del universo; en su vestidura y en su muslo lleva un nombre escrito: "Rey de reyes y Señor de señores".
11- Evangelio según San Juan:
Capítulo 18, 36-38:
"Mi reino no es de este mundo", respondió Jesús. Si mi reino fuera de este mundo, mis siervos pelearían por mí para que yo no fuera entregado a los judíos; pero ahora mi reino no es de aquí abajo. Pilato le dijo: ¿Eres entonces rey? Jesús respondió: Tú lo dices, yo soy rey. Nací y vine al mundo para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad? Después de decir esto, salió de nuevo para ir a los judíos, y les dijo: No encuentro ningún crimen en él..."
Los negadores del Reino Temporal de Jesucristo, dentro de nuestra Iglesia Católica, aseveran simplistamente este pasaje del Evangelio de San Juan: “Mi reino no es de este mundo”. Por tanto, niegan todas las citas de las Sagradas Escrituras presentadas más arriba en el capítulo 1, que sin embargo hablan claramente de una realeza concreta, a la cabeza de las naciones, en el pleno ejercicio de los poderes que se confieren a un rey-jefe de estado. . Pero también niegan toda la historia universal y toda la historia de Francia desde el año 33 hasta nuestros días.
“Mi reino no es de este mundo”: esta frase de Jesucristo tiene un significado completamente diferente a aquel por el cual indicaría que no quiere reinar social y políticamente. Al pronunciar esta palabra, Jesús observa que este mundo está lleno de corrupción, libertinaje, odio, gusto por el poder y el dinero, concupiscencia… en una palabra, pecado. Y en verdad, el Reino de Jesús no es un reino de corrupción y pecado. Jesús hizo una declaración simple sobre el mundo que tenía ante sus ojos.
Todo en este folleto demuestra lo contrario del argumento simplista de “Mi reino no es de este mundo”. Sin entrar en un gran debate de estudiosos con quienes citarían estas palabras de Jesús, basta indicarles que Jesús manifestó con fuerza su deseo de reinar políticamente el 17 de junio de 1689 (Paray-le-Monial, Sainte Marguerite Marie) , en 1917 con Claire Ferchaud, desde 1926 con sor Marie du Christ-Roi. También es oportuno citarles la Encíclica del Papa Pío XI, tristemente incomprendida, luminosamente actual. También se les debe recordar la misión excepcional de Juana de Arco, que actuó por Dios y para Dios, para restablecer su Autoridad sobre el Reino de Francia, su dominio, su propiedad. La misión de Jeanne era proclamar la Realeza social de Jesucristo y el hecho de que él es el Rey de Francia por encima del Rey de Francia, este hombre de carne y hueso que gobierna el país como lugarteniente de Cristo.
Capítulo 2: Caracteres del Reino Social de Jesucristo
Monseñor Delassus, en su libro “La misión póstuma de Juana de Arco” publicado por Éditions Saint Remi, nos explica en qué consiste realmente el Reino social de Jesucristo en una nación (páginas 358 a 360):
"El reinado de Nuestro Señor Jesucristo entre un pueblo es ante todo el reconocimiento por parte de este pueblo de que el Hijo de la Santísima Virgen María, Hijo de Dios hecho hombre, es por derecho y debe ser de hecho el Rey de la nación, un derecho que tiene de la Creación de la que es autor, de la Redención que realizó con el derramamiento de su sangre, de su Mediación entre el Padre y nosotros para obtenernos la vida eterna.
Es pues la sumisión, en el orden espiritual, del soberano como de los súbditos, a quien Nuestro Señor Jesucristo ha instituido como su Vicario y en cuyas manos ha confiado todos sus poderes. “Todo lo que atares en la tierra será atado en el cielo; todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo”.
Está en tercer lugar la unión del Vicario de Jesucristo y su Sargento para el buen gobierno del pueblo cristiano, la colaboración del Papa y del Soberano en la obra de la prosperidad temporal y de la preparación a la vida eterna que es el fin de civilización cristiana.
Es la concordancia de la ley divina y la ley humana regular la moral, reprimir el mal, promover el bien y hacer que reine el buen orden y la paz.
¡Qué más hermoso y más deseable que este imperio de la justicia en la armonía de todos los elementos sociales y la concordia de todos los miembros de la sociedad, aplicándose cada uno en su rango al triunfo del bien en todas las cosas!
Este es el ideal que la Edad Media se propuso alcanzar y que persiguió hasta el momento en que los emperadores de Alemania, seguidos en Francia por Philippe-le-Bel, se esforzaron por restablecer en su beneficio el cesarismo renovado del paganismo, y donde el Renacimiento se esforzó por sustituir a la civilización cristiana por la llamada civilización moderna, es decir, el humanismo, en el que el hombre tomó su fin último en sí mismo.
Esto es lo que la enseñanza de la Santa Doncella debe restablecer entre nosotros.
¡Que ella sea escuchada! ¡Que las calamidades que nos prepara la civilización moderna lleguen a sus últimas consecuencias, y que nos volvamos a ella para pedir las condiciones de nuestra salvación!
No son otros, no pueden ser otros que el restablecimiento en la sociedad del reino social de Nuestro Señor Jesucristo que Juana vino a predicar, que se ofrece a conseguirnos, ahora que, por su glorificación, se constituye en mediadora. entre Dios y nosotros, especialmente por lo que ha sido, por lo que es el objeto de su misión cerca de nosotros.
“¿Cómo, pregunta el Cardenal Manning, comentando una palabra de los Libros Sagrados, Jesucristo reinará temporalmente en la tierra en su belleza?” Y él responde “Jesucristo reina por medio de un hombre a quien él ha designado para reinar en su lugar, hablar en su nombre y ejercer su suprema jurisdicción. Quiso sustituir a un Vicario cuando dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia y los poderes del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos, todo lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. Él escogió e hizo a un hombre que reinaría para Él y ocuparía su lugar. Este alguien es llamado su Vicario, porque es el depositario de las llaves, es decir, de los poderes que, por derecho de autoridad, pertenecen sólo a Jesucristo”.
Tal es el primer principio constitutivo del reino social de Nuestro Señor Jesucristo, el reconocimiento y ejercicio de la autoridad que el divino Rey ha depositado en Pedro y sus legítimos sucesores.
La segunda es la aceptación de su Evangelio como regla de la moral civil así como de la moral individual. Jesucristo reina por la doctrina que predicó, de la que la Iglesia es depositaria, que conserva intacta, que enseña a las multitudes desde el púlpito de la verdad, ya los maestros en sus seminarios y universidades.
La teología, ciencia del Verbo encarnado, es de facto como de jure, en el reino de Cristo, reina del saber como un sol luminoso, ilumina todas las ciencias, en particular la filosofía y la historia, preservándolas de vergonzosas desviaciones que deshonran ellos ya que ya no quieren escucharlo.
Donde se escucha al Papa y se observa el Evangelio, Jesucristo reina en el Estado, las instituciones civiles allí ayudan al hombre a labrar su salvación, a ir hacia los sagrarios eternos.
Jesucristo reina en las artes, las inspira con un ideal divino. Es a Cristo Rey a quien cantan las obras maestras de la Edad Media, esas pinturas inimitables, esas estatuas radiantes de belleza celestial, esas catedrales que, aún hoy, son el orgullo de los países católicos.
Jesucristo reina sobre todos y en todos, por la inflexibilidad de la verdad sobre la inteligencia, por la inflexibilidad de la justicia sobre la voluntad, por el imperio de la ley divina sobre la conciencia de los hombres; sobre los que creen, para su gozo y su salvación; sobre los que no creen, para su presente peligro y futura condenación, Jesucristo reina por la autoridad que ejerce sobre los príncipes. "Dios es el Rey de reyes", dijo Bossuet. A él le corresponde instruirlos y reglamentarlos como a sus ministros. Escuche pues, Monseñor, las lecciones que les da en su Escritura, y aprenda de él las reglas y los ejemplos sobre los cuales deben formar su conducta. Jesucristo os enseñará por sí mismo y por sus Apóstoles todo lo que hace felices a los estados. Su Evangelio hace a los hombres tanto más aptos para ser buenos ciudadanos en la tierra, cuanto que les enseña a hacerse dignos de ser ciudadanos del cielo”.
Jesucristo reina por el orden que establece en la sociedad. El hombre tiene tanto menos capacidad de tiranizar en un Estado cuanto mejor es escuchado y obedecido a Jesucristo. La libertad humana está tanto más libre de toda servidumbre política cuanto más fielmente sirve el pueblo a Dios y a los poderes que ha establecido para gobernar en su nombre.
Así reinó Jesús. Así quiere volver a reinar, así reinará si se sigue como debe ser la enseñanza de la Santa Doncella. Esperamos que así sea, porque nos está prometido. “Reinaré, dijo el Corazón divino a la Beata Margarita María, a pesar de mis enemigos”.
Los enemigos de su realeza nunca han fallado, y en nuestros días su furia es implacable. Pero es especialmente en estas malas horas que el Señor dijo a mi Señor: "Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies". Lo anunciado será; y todo hace pensar que se acerca el tiempo en que “Dios ejercerá su juicio entre las naciones rebeldes”, para luego salvarlas”.
Capítulo 3: Cardenal Pío, Doctor y Apóstol de la Realeza Social de Jesucristo
El cardenal Pie nació en 1815. Fue ordenado sacerdote el 25 de mayo de 1839 y fue abad de la catedral de Chartres de 1839 a 1849. Fue ordenado obispo en 1849 y obispo de Poitiers desde 1849 a 1879, designado por el Papa Pío IX. Fue nombrado cardenal en 1879 por el Papa León XIII y murió en 1880. Participó en el Concilio Vaticano I y fue uno de los contribuyentes a la definición del dogma de la infalibilidad papal. A lo largo de su vida luchó con ardor y valentía por defender y promover la Realeza Social de Jesucristo. Por eso es considerado el Doctor y Apóstol de Cristo Rey.
El pensamiento del cardenal Pie está magníficamente resumido en la obra de Théotime de Saint Just, publicada por Éditions Saint Rémi: “La realeza social de Nuestro Señor Jesucristo, según el cardenal Pie”.
Aquí se presentan algunos puntos clave:
La Realeza de Jesucristo implica la sumisión y el homenaje de todas las criaturas: todos tenemos la rigurosa obligación de reconocer a nuestro Rey Jesucristo y someternos a sus leyes. Esta obligación se impone a los individuos, pero también a los pueblos o naciones, y a sus líderes:
“Todos los reyes de la tierra le adorarán, todas las naciones le servirán. Los pueblos caminarán en su luz, los reyes en el esplendor de su amanecer (Salmo 71).
El Cardenal Pío cita a San Agustín (Cartas a Macedonio y Bonifacio):
“Sabiendo que sois un hombre sinceramente deseoso de la prosperidad del Estado, os ruego que observéis cuán cierto es por la enseñanza de las Sagradas Letras que las sociedades públicas participan de los deberes de los particulares y no pueden encontrar las felicitaciones sino en los misma fuente. Bienaventurado, dijo el Profeta-Rey, el pueblo cuyo Señor es Dios. Este es el deseo que debemos formar en nuestro interés y en el interés de la sociedad de la que somos ciudadanos; porque la patria no podía ser feliz con otra condición que la del ciudadano individual, ya que la ciudad no es otra cosa que un número de hombres ordenados bajo una misma ley”.
“Una cosa es que el príncipe sirva a Dios en su calidad de individuo, y otra cosa en su calidad de príncipe. Como hombre, le sirve viviendo fielmente; como rey, promulgando leyes religiosas y sancionándolas con el vigor adecuado. Los reyes sirven al Señor como reyes cuando hacen por Su causa lo que solo los reyes pueden hacer”.
“Llamamos felices a los emperadores cristianos si ponen su poder principalmente al servicio de la majestad divina para el aumento de su reino y de su culto”.
El hombre florece en una familia, y la familia en una nación, en virtud de una tendencia y siguiendo las leyes que ha recibido del Creador. Y después de haberlas fundado, Dios da vida a las naciones y las gobierna; Les envía riquezas o pobrezas, victorias o derrotas, bendiciones o castigos, según sean fieles o rebeldes a su ley. Dado que los pueblos, como pueblos, dependen así del Creador, deben, como pueblos, reconocer Su autoridad. Deben a Dios homenaje público, social y nacional.
Dios creó a toda la humanidad de uno. Él le dio todo el globo terráqueo para su hogar. Definía el tiempo de aparición de cada pueblo y marcaba el lugar de su establecimiento. El supremo organizador fijaba la hora de cada una de las naciones, asignaba sus fronteras, determinaba su papel, reglamentaba su duración y su parte de acción en la obra general.
Las naciones son queridas por Dios y diseñadas en Tu gracia, ¡Oh Jesucristo! A cada uno de ellos les has dado una vocación. En cada uno de ellos vive una idea profunda que viene de Ti, que es el tejido de sus destinos. NB: sobre el tema de la vocación de Francia, véase “La mission divina de la Francia” del Marqués de la Franquerie, Éditions Saint Rémi.
A lo largo de la historia del mundo, todos los pueblos han establecido leyes e instituciones públicas sobre la base de la religión. El destronamiento terrenal de Dios es un crimen. Los católicos deben creer firmemente que Jesucristo debe reinar sobre las instituciones sociales, imbuyéndolas de su espíritu y poniendo su legislación en conformidad con las leyes de su evangelio y de su Iglesia. Deben trabajar para que Jesucristo no reine sólo en el Cielo y en las almas, sino “en la tierra como en el Cielo”.
“Es derecho de Dios mandar tanto a los Estados como a los individuos. No es por otra cosa que Jesucristo vino a la Tierra. Debe reinar allí inspirando leyes, santificando la moral, iluminando la enseñanza, dirigiendo los consejos, regulando las acciones de los gobiernos como de los gobernados. Donde Jesucristo no ejerce este reinado, hay desorden y decadencia”.
El Cardenal inspiró e incluso contribuyó a la formación intelectual de varios Papas, en particular de San Pío X, quien apreció particularmente su pensamiento y habló mucho a Francia, la hija mayor de la Iglesia. Pío XI retomó ciertos puntos de la doctrina del cardenal Pío en su encíclica Quas Primas sobre Cristo Rey.
Muy apegado al culto del Sagrado Corazón, fue en Poitiers donde se redactó el Voto Nacional al Sagrado Corazón (enero de 1871), que daría lugar en 1875 a la construcción de la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre. , una de las peticiones hechas por Jesucristo a Paray le Monial en 1689.
El padre Henry Ramière escribió una obra complementaria a la del cardenal Pie, publicada por Éditions Saint Rémi: Le Règne Social du Coeur de Jésus. El siguiente fragmento ayuda a comprender por qué Cristo debe reinar también social y políticamente, sobre nuestras leyes y en nuestra sociedad:
" Y bien ! Lo que no hemos hecho, hasta ahora, con toda la actividad deseable, debe hacerse hoy; porque las circunstancias actuales hacen incomparablemente más urgente el deber ya impuesto a los cristianos de otras épocas por mandato expreso del Salvador. Ya no se trata, en efecto, solamente, para los soldados de Jesucristo, de extender su reino y de someter a su yugo las almas y las naciones esclavas de Satanás, se trata de impedir que ese reino sea completamente destruido por la liga satánica, que ya ha roto todo apoyo humano.
Habría que ser ajeno a lo que sucede en el mundo desde hace un siglo para no darse cuenta de que se ha formado, dentro de la misma cristiandad, una vasta conspiración cuyo único fin es proteger a la humanidad de la autoridad del Rey Jesús. Nada le falta a esta conspiración para asegurar su éxito. Mientras seduce las inteligencias por la más engañosa de todas las doctrinas, el liberalismo, une y fortalece las voluntades por la más sabia, la más general y la más compacta de todas las organizaciones, la Francmasonería.
Y ahora, con la ayuda de esta organización, la doctrina liberal ha invadido toda la cristiandad. Dueña casi absoluta de la prensa, que es el mayor poder que ha tenido jamás la humanidad, ya ha logrado liberar a todas las sociedades civiles, sin excepción, del yugo de Jesucristo y su Iglesia; y, como la autoridad civil tiene un poder soberano sobre las sociedades inferiores y, en consecuencia, sobre los mismos individuos, la destrucción de la realeza social de Jesucristo debe traer naturalmente, tarde o temprano, el derrocamiento de su autoridad sobre las familias y las almas. .
También los enemigos del divino Rey se jactan de que ya han obtenido un triunfo completo sobre él. La Iglesia, su ciudadela terrena, es desmantelada; todas las instituciones que constituían su fuerza son destruidas; se descristianiza la educación de sus hijos; se hace imposible el reclutamiento de sus ministros; sólo queda un último asalto que librar, y todo el ejército se precipita hacia la brecha, repitiendo contra la Iglesia el grito de los antiguos verdugos del Salvador: "Ya no queremos a Jesucristo por Rey".
Estas palabras fueron pronunciadas hacia 1880: ¿cómo no ver su progresiva realización a lo largo del siglo XX y hasta nuestros días?
Capítulo 4: Mensajes y peticiones del Sagrado Corazón a Paray-le-Monial:
En su monasterio de la Visitación de Paray le Monial, Sor Marguerite-Marie Alacocque recibió la visita de Jesucristo durante 3 apariciones entre 1673 y 1675. Durante la primera aparición, el 27 de diciembre de 1673, Marguerite-Marie se convirtió en discípula del Sagrado Corazón . Durante la segunda aparición, Jesús da los medios para reparar todos los ultrajes y sacrilegios cometidos contra su Sagrado Corazón: Comunión Eucarística el primer viernes de mes y práctica de la Hora Santa. Durante la tercera aparición, el 16 de junio de 1675, Jesús pide una fiesta solemne en honor a su Sagrado Corazón (será instituida universalmente en 1856 por el Papa Pío IX).
En 1689, Nuestro Señor Jesucristo se aparece de nuevo a Sor Marguerite-Marie, con un mensaje para Francia:
Mensaje a Francia del 17 de junio de 1689:
"Que el Hijo mayor de mi Sagrado Corazón sepa que, así como su nacimiento temporal lo obtuvo por la devoción a los méritos de mi santa Infancia, así obtendrá su nacimiento de gloria eterna por la consagración a mi Corazón adorable, que desea triunfar desde su propia, y, por él, de la de los grandes hombres de la tierra. Quiere reinar en su palacio, ser pintado en sus estandartes y grabado en sus brazos, para hacerlos victoriosos sobre todos sus enemigos y todos los de la Santa Iglesia. Mi Padre quiere servirse del Rey para la ejecución de Su plan, que es la consagración de un edificio público donde se colocaría el cuadro de mi Corazón para recibir a los hombres de toda Francia”.
Las peticiones del Sagrado Corazón:
- Consagración pública y solemne del Jefe de Estado al Sagrado Corazón.
- Colocación del Sagrado Corazón en la bandera nacional.
- Construcción de un edificio en honor a este divino Corazón.
Estas solicitudes iban dirigidas al rey Luis XIV, que ocupaba el trono de Francia en 1689, ya todos sus sucesores. El rey Luis XIV estaba bien informado de estas solicitudes, pero no las cumplió. Conoció la devoción al Sagrado Corazón y a los dos Corazones Unidos de Jesús y María, propagada por San Juan Eudes por lo menos desde 1643. San Juan Eudes fue invitado a Versalles el 22 de marzo de 1671. Luis XIV entregó 2000 libras (moneda) a San Juan Eudes para la construcción de una iglesia. Dio su aprobación a la publicación del libro del Padre Croiset sobre el Sagrado Corazón en 1689 y 1691 (se requería autorización para publicar un libro en ese momento). Su esposa, la reina María Teresa, se unió a la hermandad del Sagrado Corazón y practicó la devoción.
Varios obstáculos impidieron a Luis XIV honrar las peticiones del Sagrado Corazón: su confesor, el Padre de la Chaise, por quien debían pasar las peticiones, lógicamente las sometió a su autoridad jerárquica, el superior general de los jesuitas (RP Tyrse Gonzalez), que se oponía a la devoción al Sagrado Corazón. Este Superior General desautorizó y culpó al Padre Croiset, que había caído en desgracia. Una parte del clero era pues un obstáculo y la oposición de los jesuitas nos la confirma empíricamente un hecho capital que les tocó vivir en el siglo siguiente: su Orden fue suprimida en 1764 por el rey Luis XV a petición de los jansenistas y organizadores de la Revolución. Es obvio que esta supresión es la sanción de la obstrucción cerca de Luis XIV, precisando que las peticiones del Sacré-Coeur tenían por objeto proteger a Francia contra sus enemigos del exterior y del interior. Fueron hechas el 17 de junio de 1689, cien años antes de que el Tercer Estado se proclamara Asamblea Nacional, el 17 de junio de 1789: era el comienzo de la Revolución...
Entre estos enemigos de Francia y de la Iglesia católica estaban los calvinistas y los jansenistas, que se oponían con rabia y odio a la devoción al Sagrado Corazón y a la monarquía, convirtiéndose en ardientes promotores del parlamentarismo en Inglaterra (Inglaterra era protestante). ..) Trabajaron por la caída de la Monarquía a lo largo del siglo XVIII, aliados a las logias masónicas. Jesús se había anticipado a todo esto... Qué hermoso ejemplo de la omnisciencia de Dios, de su previsión y de su permanente intervención en los asuntos humanos, incluso políticos y sociales. Somos nosotros los que no escuchamos.
El mensaje del Sagrado Corazón a Francia fue reconocido por el decreto "Ecclesia Consuetudo" del Papa Benedicto XV con motivo de la canonización de Sor Marguerite-Marie en 1920, y aparece en las Actas Apostólicas de la Santa Sede del 2 de noviembre de 1920. Es notable que 1920 sea también el año de la canonización de Juana de Arco, como para marcar el vínculo entre los dos santos, entre sus dos misiones al servicio del Sagrado Corazón y de Cristo Rey: Jesucristo quiere reinar. sobre Francia y las naciones.
Es fundamental comprender que las peticiones del Sagrado Corazón no se dirigen sólo a Luis XIV. Algunos quieren meterlos en el armario fingiendo serlo. Todos los sucesores de Luis XIV están preocupados, porque estas peticiones son permanentes y eternas, hasta su realización.
Luis XV conocía el mensaje de Paray-le-Monial y las peticiones del Sagrado Corazón. Su esposa, la reina María Leszczynska, trabajó arduamente para que el Papa concediera la fiesta del Sagrado Corazón: algo que se hizo por primera vez en 1765, año en que el Papa Clemente XIII autorizó esta fiesta para Francia y Polonia.
Luis XVI también fue informado. Su hermana, Madame Élisabeth, creó una asociación en la Corte para la devoción al Sagrado Corazón y redactó un acta de consagración. En enero de 1790, escribió un voto al Inmaculado Corazón de María y envió a la Catedral de Chartres un exvoto en forma de dos corazones de oro, que representan los dos Corazones Unidos de Jesús y María. Luis XVI hizo este voto el 10 de febrero de 1790 en la Catedral de Notre Dame en París. En la prisión del Temple, en agosto de 1792, Luis XVI escribió un voto al Sagrado Corazón, en el que se consagraba a Él y se comprometía si era liberado y recobraba sus plenos poderes.
La Revolución de 1789 derrocó el Trono y puso fin a su alianza con el Altar. Podríamos creer que las demandas del Sagrado Corazón hechas en Paray-le-Monial están obsoletas ya que estaban dirigidas a los monarcas por derecho divino y que este régimen desapareció con la agitación revolucionaria, dando paso a dos imperios, pasando de las monarquías constitucionales liberales a las repúblicas seculares.
Ese no es el caso. Nuestro Señor Jesucristo renovó sus peticiones en el siglo XX, a través de Claire Ferchaud, en Loublande (Vendée), durante la Primera Guerra Mundial.
Capítulo 5: El Sagrado Corazón renueva sus peticiones a Loublande en 1917
Claire Ferchaud nació en 1896 y creció en la granja Rinfillières, cerca de Loublande. Desde la cuna ya lo largo de su infancia, el niño Jesús le acompaña y se ocupa de su educación. Es devota y va a misa todos los días. Tenía 18 años cuando estalló la Gran Guerra, organizada por los poderes ocultos: la masonería provocó la guerra y levantó a la Alemania protestante contra Francia para ponerla de rodillas y destruirla. Jesús dijo a Clara: "Es la masonería la que, para obtener la ruina eterna de Francia, de acuerdo con Alemania, ha engendrado esta guerra". Jesús da a Clara su misión: actuar y sufrir para salvar a Francia, en reparación de su propio sufrimiento por el rechazo que le oponen los gobernantes de la Tierra, como tuvo que sufrir en el Pretorio de Jerusalén, ante el representante de la autoridad .poder temporal todopoderoso de la época: Poncio Pilatos.
Jesús le pide a Claire que le escriba al presidente de la República, Raymond Poincaré. Él le dijo :
“Ve y dile al Jefe que gobierna Francia que vaya a la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre con los Reyes de las Naciones Aliadas. Allí, solemnemente, serán bendecidas las banderas de cada nación, luego el Presidente deberá prender la imagen de mi Corazón en cada uno de los estandartes presentes. Luego, el señor Poincaré y todos los reyes aliados, al frente de su país, ordenarán oficialmente que se pinte el Sagrado Corazón en las banderas de cada regimiento francés y aliado. Todos los soldados deben estar cubiertos con esta insignia de saludo”.
Está claro aquí que se trata de establecer el Reino Social del Sagrado Corazón, no sólo en Francia, sino en Europa y en todo el mundo. Es Francia la que está en el centro de este proyecto de restauración del Reino de Dios, como Jesucristo repetirá y enseñará claramente a Marie-Julie Jahenny, a Sor Marie du Christ-Roi ya Agnès-Marie. Francia es en efecto la hija mayor del Sagrado Corazón y la hija mayor de la Iglesia. Ella es el Reino-Corazón, el centro del Reino Social de Jesucristo.
Con la autorización de su párroco, su obispo y una comisión de teólogos que la examinaron, Claire envió su carta el 1 de enero de 1917:
“Hace siglos, el Sagrado Corazón le dijo a la Beata Margarita María: “Deseo que mi Corazón sea pintado en la bandera nacional y haré que los franceses venzan a todos sus enemigos”. Dios parece haber dicho estas palabras para nuestros tiempos presentes. Ha llegado la hora en que su Corazón debe reinar, a pesar de todos los obstáculos.
… La guerra es un castigo del Cielo. Dios ya no tiene un lugar en Francia. Él solo es el Maestro Soberano de todo lo que existe. Llegará un día en que hará estallar su poder y todos estos prejuicios de estos eruditos actuales se desmoronarán como un fuego en la sartén. Oficialmente, debéis pues adorar al Señor vuestro Dios, lo reconoceréis, sin cobardía, sin respeto humano.
… Primero tendrás la salvación, si renuncias a esta vida de lucha contra la religión. Eres el líder, tienes la llave del gobierno. A vosotros os corresponde, pues, seguir el camino recto que es la civilización cristiana, fuente de toda moralidad. Debes dar un buen ejemplo luchando contra la masonería”.
La carta fue transmitida al presidente Poincaré por el diputado de Vendée y contenía detalles sobre la vida personal del presidente, para convencerlo más fácilmente. El presidente recibió a Claire Ferchaud el 21 de marzo de 1917 en el Elíseo. Luchó como un caballero durante la duración de la entrevista, pero el presidente no cumplió: permaneció sujeto a los poderes que le otorgaron su cargo y lo gobernaron.
En 1918, la guerra finalmente terminó, gracias a los oficiales generales que colocaron el Sagrado Corazón en la bandera de su ejército y en el pecho de sus soldados, y que, como el Mariscal Foch, rezaron el Rosario diariamente. Se firmó el Tratado de Versalles. Se ha establecido una falsa paz, en una Europa sin sangre. En este contexto, el Papa Pío XI publica una importante Encíclica y afirma que sólo el anuncio de la Realeza Social de Jesucristo y el hecho de volver a poner a Dios en el primer lugar de nuestras sociedades y en la cúspide de nuestros Estados puede hacer posible establecer una paz duradera, mientras los amos del mundo proponen una Sociedad de Naciones (sin Dios) y ya se preparan para la Segunda Guerra Mundial.
Capítulo 6; Encíclica Quas Primas del 11 de diciembre de 1925, del Papa Pío XI:
De la institución de una Fiesta de Cristo Rey, “¿Quién primero? - Extractos
"En nuestra primera encíclica proclamamos abiertamente dos cosas: una, que este desbordamiento del mal sobre el universo procedía del hecho de que la mayoría de los hombres habían quitado a Jesucristo y su santísima ley de los hábitos de su vida individual también aunque de su familia vida y su vida pública; la otra, que nunca podrá brillar una firme esperanza de paz duradera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones se nieguen a reconocer y proclamar la soberanía de nuestro Salvador. Por eso, después de haber afirmado que era necesario buscar la paz de Cristo por el reino de Cristo, declaramos Nuestra intención de trabajar por ella con toda la extensión de Nuestras fuerzas; por el reinado de Cristo, decíamos, porque, para restaurar y consolidar la paz, no vimos medio más eficaz que restaurar la soberanía de Nuestro Señor (…)”
… “Sería un craso error negar al Cristo-Hombre la soberanía sobre las cosas temporales, cualesquiera que sean; Tiene del Padre un derecho absoluto sobre las criaturas, permitiéndole disponer de todas estas criaturas como le plazca” (pág. 6).
“Habiendo sido Dios y Jesucristo excluidos de la legislación y de los asuntos públicos, y la autoridad no teniendo ya su origen en Dios sino en los hombres, sucedió que las mismas bases de la autoridad fueron trastocadas cuando la razón fundamental del derecho de mandar para algunos, la deber de obedecer por los demás. Ineluctablemente, se produjo un estremecimiento de toda la sociedad humana, ahora privada de apoyos y apoyos sólidos (33)".
Si los hombres reconociesen la autoridad real de Cristo en su vida privada y pública, increíbles beneficios -justa libertad, orden y tranquilidad, concordia y paz- se extenderían infaliblemente sobre toda la sociedad.
Al dar un carácter sagrado a la autoridad de los príncipes y jefes de Estado, la dignidad real de Nuestro Señor ennoblece al mismo tiempo los deberes y la sumisión de los ciudadanos (...)
Si los príncipes y gobernantes legítimamente elegidos estuvieran convencidos de que mandan mucho menos en nombre propio que en nombre y en lugar del Rey divino, es evidente que usarían su autoridad con toda la virtud y sabiduría posibles. En la elaboración y aplicación de las leyes, ¡cuánta atención no darían al bien común ya la dignidad humana de sus subordinados! (...)
Para que la sociedad cristiana pueda aprovechar y conservar todas estas preciosas ventajas, la doctrina de la dignidad real de nuestro Salvador debe ser divulgada en la medida de lo posible. Ahora bien, ningún medio parece mejor para asegurar este resultado que la institución de una fiesta propia y especial en honor de Cristo Rey.
La en adelante fiesta anual de Cristo Rey nos da la más viva esperanza de acelerar el tan anhelado retorno de la humanidad a su amadísimo Salvador. Sería ciertamente el deber de los católicos preparar y acelerar este regreso con una acción diligente; pero sucede que muchos de ellos no poseen el rango o la autoridad en la sociedad que conviene a los apologistas de la verdad. Quizás debamos atribuir esta desventaja a la indolencia o timidez de los buenos; se abstienen de resistir o lo hacen débilmente; los adversarios de la Iglesia sacan inevitablemente de ella un aumento de pretensiones y de audacia. Pero el día en que todos los fieles entiendan que deben luchar valientemente y sin descanso, bajo las banderas de Cristo Rey, el fuego del apostolado encenderá los corazones, todos trabajarán para reconciliar con su Señor a las almas que lo ignoran o que la han abandonado, todos se esforzarán por mantener inviolados sus derechos.
Pero hay más Una fiesta celebrada cada año entre todos los pueblos en honor de Cristo Rey será sumamente eficaz para incriminar y en cierto modo reparar esta apostasía pública, tan desastrosa para la sociedad, que ha engendrado el laicismo. En las conferencias internacionales y en los Parlamentos, se cubre con un pesado silencio el dulcísimo nombre de nuestro Redentor; cuanto más indigna es esta conducta y más alto deben elevarse nuestras aclamaciones, tanto más debe propagarse la declaración de los derechos conferidos a Cristo por su dignidad y autoridad reales...
En consecuencia, en virtud de Nuestra autoridad apostólica, instituimos la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo Rey.
Ordenamos que se celebre en todo el mundo, cada año, el último domingo de octubre, es decir, el que precede inmediatamente a la Solemnidad de Todos los Santos. Prescribimos también que cada año, en este mismo día, renovemos la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús, consagración cuya renovación anual ya había ordenado Nuestro Predecesor Pío X, de santa memoria (...)
Los Estados, a su vez, aprenderán por la celebración anual de esta fiesta que los gobernantes y magistrados tienen la obligación, así como los particulares, de rendir culto público a Cristo y de obedecer sus leyes. Los líderes de la sociedad civil recordarán, por su parte, el juicio final, donde Cristo acusará a quienes lo expulsaron de la vida pública, pero también a quienes desdeñosamente lo apartaron o ignoraron, y castigará tales ultrajes con las más terribles penas. ; porque su dignidad real exige que todo el Estado se rija por los mandamientos de Dios y los principios cristianos en el establecimiento de las leyes, en la administración de la justicia, en la formación intelectual y moral de la juventud, que debe respetar la sana doctrina y la pureza de las costumbres.
Chapitre 7: Soeur Marie du Christ-Roi (1926 - 1968):
Olive Danzé est née le 27 mars 1906 à Plogoff dans le Finistère. Elle reçoit les visites de Jésus-enfant à partir de l’âge de 8 ans. Jésus l’accompagne dans toutes les activités de sa vie quotidienne et Il lui parle.
Un jour, Olive fait un rêve dans lequel la Très Sainte Vierge Marie lui dit :
« C’est ici que tu viendras. C’est moi qui ai le pouvoir dans cette maison et ici on vient pour réparer et consoler mon Divin Fils que tu vois là-bas caché… voilà une victime expiatrice. Tu seras réparatrice des outrages faits à mon Fils qui est Roi. Tu feras aimer sa Royauté et tu le feras régner ».
A 14 ans, le jour du Jeudi Saint, la Sainte Vierge lui apparaît pour lui dire qu’elle doit aller dans le monastère des Bénédictines du Saint Sacrement, situé 16 rue Tournefort à Paris, pour être réparatrice et consolatrice de son Jésus.
Olive Danzé quitte Plogoff le 13 août 1926 et arrive au monastère désigné. Elle transmets un message de Jésus aux sœurs responsables du monastère:
Ici, « Jésus veut élever un trône sous le symbole d’un temple consacré à son vocable : Christ-Roi, Prince de la Paix, Maître des Nations ».
La mission de Soeur Olive est donc de proclamer la Royauté du Christ-Roi et de lui bâtir un sanctuaire. Jésus l’appelle parfois Sancta Oliva Galliae : Sainte Olive de la Gaule. La proclamation de la Royauté du Christ devait être préparée par l’oeuvre de la réparation et de l’expiation, donc par la mission des bénédictines du Très Saint-Sacrement.
APPROBATION DE L’ÉGLISE :
Il est très important de noter que le Cardinal Dubois, Archevêque de Paris de 1920 à 1929 a examiné et approuvé le projet de construction du sanctuaire. Il a permis de solliciter les fidèles du monde entier pour recueillir les fonds nécessaires. Le Révérend Père Matéo, grand apôtre du Sacré-Coeur, a aidé le Cardinal Dubois sur ce projet et dans la direction spirituelle de sœur Marie du Christ-Roi. Les 3 Archevêques de Paris suivants ont également soutenu le projet : le Cardinal Verdier (1929 – 1940), le Cardinal Suhard (1940 – 1949) et le Cardinal Feltin (1949 – 1966). Par l’autorité diocésaine locale, l’Église a validé de fait l’authenticité de la révélation privée reçue par sœur Marie du Christ-Roi à partir de 1926.
Le 14 novembre 1953, le Saint Père, le Pape Pie XII, a reçu sœur Marie du Christ-Roi et les supérieures du monastère en audience à Castelgandolfo.
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Le 25 juin 1927, Jésus dit :
« Mon œuvre, c’est que mes enfants et toutes les nations M’adorent dans la Sainte Eucharistie, que je sois le Roi vivant dans le Saint Tabernacle.
Mon œuvre, c’est encore que toutes les nations connaissent que Je suis le Roi de la Paix, Maître des nations, Maître de tous mes enfants.
Mon œuvre, c’est que mon Coeur soit connu par toute la terre.
Mon œuvre, c’est que ma chapelle soit bâtie sans tarder. Je donne deux années entières pour bâtir mon Trône Royal. Mais ce Trône, où mon palais sera fondé l’année à venir, le lendemain de ma fête du Christ-Roi, il y aura de quoi pour finir la chapelle.
Au moment où l’image de mon Coeur sera faite, Je veux que l’on grave ces paroles en dessous :
« Adorons le Coeur de Jésus
Christ-Roi,
Prince de la Paix,
Maître des nations».
Demande que mon Coeur soit aimé, connu, adoré et respecté. Demande que mes commandements soient gardés, que mon Nom soit glorifié et ma Royauté honorée et respectée, que toutes les nations M’obéissent et Me prennent pour leur vrai Roi du Ciel et de la terre. Que tout genou fléchisse à mon Nom « Jésus-Christ-Roi » sur tout l’univers entier (Référence à la Bible : Esaïe 45-23 et Romains 14:11).
Par toi, la France sera sauvée ».
Le 7 juillet 1927, Jésus dit :
« Je veux la chère France pour mon Coeur. Je suis Roi de France avec toutes les autres nations. Je veux que cette chère France se consacre à mon Divin Coeur, que toutes les âmes M’aiment, Me connaissent pour leur vrai Roi ».
Il est important de noter qu’en 1927, Jésus-Christ répète les demandes qu’Il a faites à Paray le Monial par l’intermédiaire de Sainte Marguerite-Marie Alacocque. Ceux qui prétendent que ces demandes ne concernaient que le roi Louis XIV sont dans l’erreur. Elles concernent en fait tous les chefs d’État français depuis Louis XIV, en passant par Henri Poincaré (Claire Ferchaud, Loublande, 1917), jusqu’à nos dirigeants actuels : elles sont toujours valides, elles sont perpétuelles, jusqu’à leur pleine réalisation.
Jésus a sollicité les fidèles catholiques de nombreuses nations, lançant un appel aux dons par le biais de sœur Marie du Christ-Roi : la souscription a été internationale. Parmi les donateurs, la première place revient à l’Irlande et à son président M. de Valera.
Le temple à construire a pour vocation d’attirer la bénédiction du Christ et ses grâces. Jésus dit le 22 avril 1928 :
« Lorsque mon œuvre sera aimée plus qu’elle n’est aimée, les âmes trouveront grâce ; lorsque ma Royauté sera acceptée et respectée, les nations trouveront la paix».
1928, soit 9 ans après la première guerre mondiale, 11 ans avant la seconde, 3 ans après l’encyclique du Pape Pie XI qui exprime avec force que seule la proclamation de la Royauté sociale du Christ et son rétablissement à la tête de nos sociétés peut permettre d’établir une paix durable.
En mai 1928, la petite sœur Olive reçoit son nom de la part de Jésus : « sœur Maria Christi-Regis », en français : sœur Marie du Christ-Roi.
Le 31 juillet 1928, Jésus précise :
« Je suis le Vrai Dieu, le Fils de l’Homme, le Juge, le Roi des rois qui réclame cette œuvre sainte (...)
Je demande dans ce diocèse une œuvre, et cette œuvre est de faire connaître partout ma Royauté, à toutes les nations. Si cela n’est pas accordé, ma paix ne sera pas donnée et les âmes ne recevront jamais ma paix et mes grâces promises. Il faut les mériter et le mérite, c’est de donner ce qui convient pour mon œuvre. Cette ville (Paris) est aimée de mon Coeur, mais cette ville pèche contre mon Coeur, cette ville blasphème, me renie et me vole. Comme réparation, je leur demande de faire connaître ma royauté.
Oui, c’est là que mon œuvre sera vraiment connue et que les âmes aideront. Il faut que ce soit national. Je le veux sous peine de châtiment. L’Église n’aura pas de paix, si ma volonté n’est pas faite. Les âmes se révolteront de plus en plus, les châtiments seront donnés aux uns et aux autres, le désordre, le deuil, la mort, le sang couleront comme le ruisseau.
Le 30 août 1928, Jésus proclame :
« Je ne demanderai plus d’oeuvre, celle-ci est la dernière ; ma royauté est au-dessus de toute gloire, ma Royauté sera annoncée aux pays de toutes les nations. Les âmes viendront et Me glorifieront et adoreront ma Royauté ».
Ce même jour, à Montmartre, le Sacré-Coeur de Jésus dit à Soeur Marie du Christ-Roi :
« Mon enfant, voici de nouveau mon Coeur tout ouvert pour toutes les nations, pour recevoir toutes les âmes qui voudront me reconnaître pour leur vrai Roi, leur Sauveur, leur Dieu..
Oui, mon enfant, mon Coeur est souvent contristé à cause des âmes incrédules et lâches. Je souffre de la part des hommes, la foi est faible parmi les nations, la charité est déformée, le désordre est occasionné et donné tous les jours dans la Sainte Église; il y a peu d'âmes qui gardent mes commandements, mes lois ; il y en a peu aussi qui croient à ma miséricorde, à mon Amour et ma Royauté. Mon Coeur a été aimé au temps et au siècle passé. Il est de nouveau méprisé, méconnu, oublié. C'est pourquoi, toi, tu parleras de nouveau de mon Coeur de Roi, de Prince, de Père ; mais aussi Je suis Juge de l'union de toutes les nations. Je suis aussi le Juge des nations. Je répandrai mes grâces sur toutes les âmes qui fléchiront le genou devant ma Grandeur, ma Puissance, ma Royauté, mais Je punirai les âmes qui détourneront leur face de ma Grandeur, de ma présence réelle dans la Sainte Eucharistie. Il y a des âmes qui parlent ainsi en ma présence : «Si tu es là, montre-toi», mais Je reste muet et sourd à leur voix, Je veux éprouver leur foi et leur amour, et la confiance en mes paroles lorsque J'ai institué la Sainte Eucharistie. Ils diront les mêmes paroles que les barbares ont criées lorsque J'étais pour aller au calvaire : «Crucifiez-Le, nous ne voulons pas de Lui, Il est coupable». Ah ! Malheur aux âmes qui diront comme ces barbares : «Je ne le connais pas comme Roi, Il n'est pas Roi, Il ne le mérite pas !». Ah ! Malheur encore plus à ces âmes malheureuses qui me renieront et renieront ma Royauté, ma Grandeur ; ces âmes seront châtiées par des fléaux, des châtiments. Là, elles verront mon Pouvoir plus clairement, ma Puissance, ma Justice, ma Colère Divine.
Mon enfant, prie pour ces âmes ; prie pour ta belle patrie, prie pour toutes les nations, pour que les âmes acceptent au milieu d'elles ma Royauté. Je suis l'Unique Roi, Je suis la Paix, Je suis miséricordieux; mon Amour réchauffera les âmes et les nations s'entendront ensemble si ma Royauté est acceptée, aimée et glorifiée.
Il y a des âmes qui cherchent à détruire le christianisme, l’Église et les âmes consacrées à mon œuvre.
Mon enfant, tu diras en mon Nom, que si ma voix n'est pas écoutée, on verra les âmes en révolution : oeil pour oeil, sang pour sang, vie pour vie, nation contre nation, le désordre dans l’Église, les âmes qui me sont consacrées chassées, souffrant persécution. Je suis venu à la fin des temps demander aux âmes de toutes les nations de venir s'agenouiller devant ma Royauté, de connaître mon Coeur miséricordieux pour les âmes, afin que chacune demande grâce et miséricorde à mon Divin Coeur, avant la fin de ce monde. Je veux sauver les âmes. Je suis le Dieu Sauveur, mais Je laisse les âmes dans une large liberté. Les âmes infidèles à ma grâce sont nombreuses. Il n'y a pas de faute plus grave que le manque de fidélité à ma grâce, cela amène des choses graves. Mon enfant, prie pour les âmes infidèles, prie pour les âmes consacrées à mon service, prie pour mon oeuvre. Voici que Je suis venu au dernier temps, avant la fin du monde, réclamer des nations leur amour, leur générosité pour mon Coeur de Roi, de Prince et de Maître.
Il n'y a plus d'oeuvre à faire après ma Royauté,
tout est complet,
ma Royauté complétera ma Gloire.
J'ai choisi une légion d'enfants pour me faire connaître aux hommes. Ces âmes innocentes sont élues dans mon Royaume, mais voici que Je ne garde plus qu'une petite âme ; le dernier de la légion d'enfants reste ici-bas pour faire connaître ma Royauté et réchauffer mon Amour parmi les hommes déjà refroidi en ce siècle obscur et vide. Oui, dis de nouveau combien Je suis bon, combien mon Amour est infini pour les âmes rachetées par mes souffrances et mon Amour. Cette âme choisie dans l'innocence fera connaître ma Royauté, ma Beauté, ma Bonté, ma Miséricorde, ma Puissance, ma Justice, mon Amour. Je veux régner. Je régnerai à travers toutes les nations. Je terrasserai par des fléaux les méchants, les âmes critiques, les blasphémateurs, les profanateurs, les menteurs, les joueurs. Oui, mon enfant, Je régnerai, Je serai le Dieu Vainqueur. Toutes les nations me seront soumises.
J'ai à ma droite ces légions d'enfants qui chantent mes louanges pour ma gloire. J'ai ici-bas un guerrier vaillant qui marche chaque jour sur la barque du Roi ; ce petit chevalier est agréable à son Roi, oui, mon enfant, c'est toi. Mon enfant, prie pour cette ville, qu'elle soit sauvée et que ma Volonté soit faite. Si ma Volonté est faite, la ville sera sauvée (Paris), mais si les âmes sont rebelles, la ville sera détruite.
Cette ville a été sauvée et délivrée de la famine par une âme d'élite. Toi, innocente, tu délivreras à ton tour la ville de ton Roi ».
En 1929, Jésus dit :
« Mon palais s’élèvera par l’immolation de mes épouses et de toi, ma petite innocente. L’accomplissement de la Royauté de mon Père sera le salut du genre humain. Ma miséricorde, ma Bonté, mon Amour, ma Paix, mes lumières, mes grâces seront répandues sur toutes les âmes qui se prosterneront face contre terre devant ma Grandeur, ma Royauté. Mais pour obtenir cela, il faut pour toi la souffrance, l’épreuve, l’exil et pour mes épouses le glaive de te voir dans la torture ».
Soeur Marie du Christ-Roi a été persécutée pendant toute sa vie, jusqu’à sa mort en 1968. Le temple du Christ-Roi a été construit et consacré en 1956, mais il a été détruit en 1976 pour permettre la construction d’un immeuble d’habitation, à l’instigation des ennemis multiséculaires du Christ et de sa Royauté : les francs-maçons.
Ce temple du Christ-Roi sera reconstruit un jour, après les grandes tribulations, par celui que Jésus-Christ se sera choisi comme lieutenant pour gouverner la France et, à travers elle, le Royaume de Dieu sur terre : le Règne social de Jésus-Christ. Ce temps du rétablissement d’un roi très chrétien en France est proche. Il sera le Grand Monarque, annoncé par des centaines de prophéties.
Marie-Julie Jahenny avait reçu un message le 21 septembre 1880 :
« Dans ce centre (Paris) qui sera renouvelé et rebâti comme une nouvelle Jérusalem, cette demeure deviendra la maison de Dieu et, par ordre de sa Majesté, le roi de France, trois Croix y seront plantées ».
Pour préparer ce temps du roi de France et des rois catholiques des nations alliées, la mission de messagère du Christ-Roi est passée de sœur Marie du Christ-Roi à une femme catholique française à partir de 1999 : Agnès-Marie.
Pour conclure ce chapitre, donnons la parole à Soeur Marie du Christ-Roi :
« Que de purs innocents souffrent par la faute des chefs qui ne sont pas animés de la vraie foi, de la divine charité, de l’amour ardent et inébranlable envers le Christ-Roi et Maître des Nations. Il ne faut pas croire que l’amour du Christ-Roi est une dévotion, non, mais une véritable soumission devant Sa législation souveraine. C’est un devoir à tous, chrétiens, de s’agenouiller et de se prosterner, de crier à haute voix en face des assemblées, son opinion selon son âme face à son Dieu, à son Roi, ces paroles : « O mon Roi et mon Dieu, je Vous adore, je reconnais Votre souveraineté en face du ciel et de la terre, Votre pouvoir est absolu, divin autant que temporel et Votre Règne éternel. Toutes les nations Vous appartiennent, nos coeurs seront Votre trône, nos âmes Votre gloire, nos vies Vous sont soumises et notre mort unie à Votre sacrifice et notre Résurrection dans Votre vie qui est immortelle. O Christ-Roi, Unique Maître et Unique Souverain, inébranlable royaume, Vous serez toujours dans les siècles le Roi Éternel. Notre espérance est entre Vos mains, Vous seul O Christ-Roi, Rois des rois, Vous seul pouvez nous sauver. Vous qui êtes celui qui est la vraie paix et qui s’est révélé à la Sainte Église Catholique ».
Source de ce chapitre: « La Messagère du Christ-Roi, sœur Olive », par Henri-Pierre Bourcier, Editions Résiac.
Chapitre 8: Les messages du Christ-Roi à Agnès-Marie : Joie de Dieu, 1999 – 2011
Le 14 février 2009, Jésus dit à Agnès-Marie :
« Je t’invite sur le sol d'Irlande, ne refuse pas Mon invitation et va vers Mes enfants. L’Irlande est une des sœurs catholiques de la France dont Je t'avais parlé. Mon autre messagère de Mon roi, sœur Olive du Christ-Roi est aussi allée en Irlande. Les Irlandais ont fait beaucoup pour Mon sanctuaire du Christ-Roi qui sera rebâti aux jours de ma Justice».
Agnès-Marie est une épouse et mère de famille catholique et française à qui Notre Seigneur s’est adressé à partir de mai 1999 pour lui donner des messages spécifiquement consacrés à sa Royauté sociale, en vue de la réalisation concrète, politique et institutionnelle, du Royaume de Dieu sur la Terre et de la restauration de la Chrétienté. Cette mission est donc la parfaite continuation de celle de sœur Marguerite-Marie Alacocque et de sœur Marie du Christ-Roi (Olive Danzé) et a pour but l’établissement du Règne social du Christ-Roi. Trois livres de messages ont été publiés sous le titre « Joie de Dieu » et sont disponibles aux Éditions Résiac (taper la référence des livres sur le site www.resiac.fr) :
- Tome 1 : messages de 1999 à 2000 : référence 011483
- Tome 2 : messages de 2003 à 2008 : référence 011582
- Tome 3 : messages de 2009 à 2011 : référence 011606
Voici quelques messages clé :
30 janvier 2000
Je te bénis, Mon agneau, viens recevoir Mon pain dans ton cœur, afin d'être fortifiée pour la vie éternelle. Merci de Me consacrer ce temps et d'écrire pour que tes frères reçoivent Ma Parole de vie en eux, déjà en méditant ces messages qui contiennent toutes les grâces que Je veux dispenser à cette Terre qui est la Mienne. A travers Mes écrits, vous pouvez recevoir des grâces de conversion et de guérison du cœur, des grâces de force et de persévérance joyeuse dans l'espérance de Mon retour glorieux, et toutes les grâces dont vous avez besoin. En dictant ce livre, vous êtes, vous lecteurs, tous dans Ma Pensée, et Je donne à chacun ce dont il a besoin pour s'abandonner à Mon amour. Beaucoup se sentiront réveillés d'un long et profond sommeil, et ramenés à la vie par la seule lecture, méditée avec le cœur, de ces lignes que Je trace avec Ma fidèle servante.
Oui, vraiment, chaque âme est précieuse à Mes yeux, car J'ai assisté à sa formation dans le sein de Mon Père, puis à sa naissance terrestre. Et chaque jour Je suis à côté de chacun, le regardant amoureusement et attendant son amour afin qu'il devienne ce pour quoi il a été créé: un saint adorateur du Seigneur, un saint apôtre de son temps, un saint consolateur de ses frères, un saint ami de Jésus, un saint fils de Marie. Pour cela, il suffit de s'abandonner à la douceur de la direction divine, à l'amour de Dieu. C'est tout. Remettez votre esprit entre Mes mains, sans attendre la mort, et déjà, dès ici-bas, vous serez dans le Royaume, et enfin le royaume terrestre sera la fidèle transposition du Royaume céleste, et "il y aura une nouvelle Terre et des Cieux nouveaux". Parole du Seigneur!
Aujourd'hui J'appelle à la conversion, à la confiance en Dieu, au reniement du mal et de Satan. J'appelle à œuvrer pour le Royaume. Il y a 2000 ans, certains voulaient Me donner la royauté terrestre, mais Je savais que cela ne serait possible qu'après l'épreuve amoureuse de la Croix, qu'après la Résurrection et la Rédemption du monde par Mon sacrifice saint, qu'après la royauté céleste donnée par Mon Père. Or, voici le temps d'assumer cette royauté terrestre et si peu veulent Me la donner! C'est pourquoi, pour ne pas vous bousculer trop, avant de prendre possession de Ma Terre royale, Je veux la confier à un homme: le grand roi promis par toutes les prophéties. Il sera roi pour Moi, par Moi et avec Moi. Il fera la transition entre ces générations régicides et celle qui M'adorera dans Ma Gloire lors de Mon retour sur Ma Terre afin d'y être établi Roi éternel et incontesté.
Le temps de Mon roi sera un temps d'"inter-règne" entre celui de Satan que vous subissez et qui est près de vous broyer, et celui de Dieu par Ma Personne trinitaire. Car si Je suis Roi de la Terre, la Trinité entière est votre suzeraine. Ce que J'appelle l' "interrègne", pour Me faire comprendre, est ce que Je nomme la réédification du monde dans la révélation de Manduria. Cette réédification consiste à établir sur la surface de la Terre le royaume qui sera transfiguré par Ma venue corporelle afin d'être conformé au Royaume. J'aurai réuni en Moi la Terre et le Ciel afin de pouvoir offrir cette Terre de la rébellion et de la Croix à Mon Père, pour qu'll soit glorifié en elle et Moi en Lui. J'aurai transformé, avec chacune de vos âmes aimantes, cette Terre conquise par Satan en un cadeau digne de paraître devant la Face de Dieu, car entièrement purifiée de son péché. Alors Je vous appelle à aider votre roi pour qu'avec vous et avec Moi, la Volonté de Mon Père soit faite.
Chaque créature issue de l'amour du Père émane de Lui avec sa liberté, et est expulsée du sein de Dieu pour une vie, qui, dans sa liberté, choisit de revenir en Dieu. Alors le Père peut se glorifier en elle. Cette vie un peu plus loin du Père sert à faire l'exercice de la liberté et le choix volontaire du retour dans l'amour du Père. Du Bellay, dans un autre domaine, a bien exprimé cette nécessité dans son poème:
"Heureux qui comme Ulysse a fait un long voyage et s'en revient plein d'usage et raison vivre entre ses parents le reste de son âge".
Le "donné" devient "choisi", voilà la justification du chemin de Croix de la vie. Être Fils du Père M'a été donné, par la Croix J'ai confirmé Mon propre choix et affirmé Ma volonté de faire celle de Mon Père qui est d'être Son Fils. Il en est ainsi de chacun. Malheureusement, votre capacité à faire ce choix a été dénaturée par l'irruption de Satan dans l'histoire humaine. Je viens donc rétablir l'équilibre au jour de Ma Justice qui vient. J'ôterai le péché de la surface de la Terre, afin que votre choix puisse se faire sans interférence. Ce choix, c'est l'acceptation de la Volonté de Dieu, c'est l'abandon que Je vous conseille. Il n'y a pas d'autre chemin. Je suis Moi-même "la pierre rejetée par les bâtisseurs". J'ai vécu cet abandon dans Ma chair de façon douloureuse. J'ai expérimenté l'angoisse de l'abandon pour sanctifier l'abandon et en faire un chemin vers le Père. J'ai "retourné" le sens de ce sentiment d'abandon: au lieu de signifier solitude, il signifie: chemin vers le Père. J'incarne cet abandon, cette confiance dans le Père, c'est pourquoi Je suis le chemin. Plus vous êtes abandonnés des hommes, plus vous êtes proches de Dieu, car "ce qui est folie aux yeux des hommes est sagesse aux yeux de Dieu". C'est pourquoi Je vous dis de ne pas craindre d'aider ce roi qui va se lever en Mon Nom et que J'établirai sur l'humanité, de manière éclatante, afin que nul ne conteste la royauté que Je lui confère. Aujourd'hui, dans votre société, c'est folie aux yeux des hommes que de parler de roi de droit divin, mais c'est vraiment sagesse aux yeux de Dieu. Je vous dis: suivez-le car il vous conduit à Moi. Je le guide pour qu'il vous guide. Je le soutiens pour qu'il vous soutienne dans votre volonté du choix divin. Ce choix de la Volonté divine, par une parfaite intégration de la liberté humaine et une parfaite acceptation de la vie terrestre, reste le combat spirituel essentiel pour parvenir au Père. Le symbole du combat spirituel, c'est Ma Croix. Voilà pourquoi Je veux qu'elle figure sur le drapeau royal, comme dans le logo de l'association, comme sur la couverture de ce livre. J'établis volontairement un lien entre ce livre, l'association qui en découle ("Mouvement pour un renouveau chrétien") et l'emblème futur de la royauté. Ma Croix a toujours été "objet de scandale", "folie aux yeux des hommes"! Et c'est bien ce que sera dans un premier temps ce livre, cette association et plus encore l'annonce du retour de la royauté divine dans ce pays! Qu'importe pour vous, puisque telle est la Volonté du Père! Qu'importe le scandale, puisque vous avez la vérité qui rend libre! Qu'importe la moquerie, puisqu'au jour du Seigneur vous serez justifiés. Qu'importent toutes les fourberies, puisque vous aurez la Joie du Royaume pour cette édification du royaume, et que nul ne pourra vous nuire! Paul vous invite à "revêtir le Christ". Je vous appelle à revêtir la Croix du Christ, et si cela vous rappelle les croisés, c'est que vous avez tout compris. Parole du Seigneur. Amen.
Jésus-Christ
Mercredi 10 mars 2004
- Paix, Je sais la lourdeur de noirceur de la chape de plomb qui couvre votre monde et pèse sur vos épaules. Je sais, te dis-Je, car J’ai porté ce poids, pour vous, au Golgotha et sur le bois de la Croix. Toi, tu sais que ce monde va basculer, bousculant toute haine et noirceur d’âme. Tu sais et tu souffres. Le grand combat des fils des ténèbres contre les fils de la Lumière approche. Le bruit des armes que l’on fourbit s’entend déjà de-ci, de-là. Prêtez l’oreille à ces bruits et préparez-vous car plus rapide que l’éclair, l’assaut fondra sur vous. Que font vos gouvernements dans cette préparation au combat décisif ? Ils atermoient, ils balancent, ils hésitent, à l’heure où il faudrait être ferme et tranchant. Toute autorité nationale sera bientôt bafouée sur votre sol et la quasi-totalité des instances bien-pensantes de votre pays apostat applaudira à tout rompre. Vous continuez à refuser Ma Croix et Mon Sacré-Cœur, vous aurez le sang de l’Agneau. Et vous aurez la peste et la peur, la guerre et l’effroi. Ma Terre tremblera car vos cœurs n’ont plus la sainte crainte de dieu. Des terres rompront leurs amarres comme vos cœurs ont rompu les leurs. Oui, vos cœurs amarrés à Mon Cœur, Le refusent, et larguent leurs amarres, ainsi de Ma Terre et de ses habitants. Cette petite âme qui transmet Ma Parole n’aime pas entendre Mon Courroux, et il ne s’adresse pas à elle pourtant. Que ne tremblent ceux qui se lèvent contre Mon Cœur et Son Droit sur votre nation ! Oui, J’ai un Droit de Royauté sur votre nation et Je le revendiquerai à travers Mes enfants restés fidèles.
Fils et filles de France, que soit fait à nouveau un vœu national, en faveur du Christ-Roi. Encore et encore, Je veux faire alliance avec ce pays. Oui, Je parle d’un grand mouvement de redressement de la France, des fondations à l’éclosion de la grâce à travers ses filles et ses fils. Que le vœu national s’accompagne d’une nouvelle constitution conforme à Mes commandements de toujours et à la fidélité vis-à-vis de votre Dieu, Père Créateur. Qu’enfin ce beau pays de France rayonne Ma vraie Lumière et non les lumières si éphémères d’un siècle athée qui n’a ébloui que les âmes enténébrées. Hauts les cœurs, amis, ne baissez ni la tête ni les bras devant l’état de désastre désormais visible dans lequel se trouve votre pays. Ayez foi ! Votre nombre est dérisoire, vos forces encore plus ? Que votre esprit jubile en Dieu votre Sauveur car Saint Michel, le Chef du grand combat descend vous aider avec ses légions angéliques. Que la noirceur du ciel ne vous cache pas le soleil de Justice ! Son éclat traversera la masse nuageuse la plus dense : l’homme ne peut rien face à la Splendeur de Dieu. Ce que la main ne peut plus faire étant déjà liée, l’Esprit peut le faire.
Fils et fille de France, refusez de vous laisser anéantir. Ne cédez pas à la facilité qui consiste à se désintéresser des problèmes puisque «de toute façon, on n' y peut rien». Votre Dieu vous dit: «Vous pouvez tout, avec Moi». Ne laissez pas vos «grands» ‒ en Vérité, ils sont plus petits que vous dans la Main de Dieu – décider de votre destin à votre place. Ne laissez pas les chiens aboyer sans réagir: ils ne vous mordront pas. Que la voix de Mes enfants s’élève par-dessus le fracas médiatique. Chassez les marchands du temple, poursuivez les impies, que la Vérité se fasse aux yeux de tous. Ma colère mettra à nu leurs âmes mesquines et perverses et Ma Justice confondra les traîtres. Ils ont conduit votre pays à l’asphyxie, encore un peu et le gouffre dans lequel ils vous poussent vous aspirera.
Il semble qu’une ouate chloroformée ait endormi tous les esprits! Vous, au moins, priez et agissez afin de ne pas vous laisser endormir. Ne soyez pas dupes, ne soyez pas naïfs, ne confondez pas sentimentalisme et Charité, belles paroles et Vérité, gestes ostensibles faits pour la foule et action véritable, fausse paix et Sagesse, projets humains et Plan de Dieu. L’adversaire joue sa dernière carte, il brûle ses dernières singeries, jette tous ses feux dans la bataille. Ne soyez pas aveugles. N’acceptez plus les promesses non tenues, la Vérité doit éclater. Et Je vous le dis, si la recherche de la Vérité et de la Fidélité doit déclencher le grand combat, n’en ayez pas peur. Il n’est plus le temps des atermoiements et des compromissions. Voici le temps de faire triompher la Vérité.
Fils et filles de France lancez-vous dans la bataille pour votre Dieu, corps et âme, portez haut les couleurs de Mon Sacré-Cœur. Saint Michel et ses cohortes vous rallieront au cri de Ma Mère: FIAT! L’archange de la grande bataille de ce temps est déjà à genoux au pied de Son Seigneur, attendant Son ordre: Fiat! Toutes ses légions prêtent serment d’un seul cœur à la Vérité. Le Ciel s’entrouvre pour les laisser passer, ces fiers cavaliers. La France a un sursaut lorsqu’ils s’abattent sur son sol telle une nuée. Le martèlement des sabots de leurs chevaux fait frémir l’air et jaillir l’éclair. Enfants de France, suivez-les! Obéissez au cri de celui qui sortira de la nuée, un homme celui-là, que le Nom de Dieu aura saisi au point qu’on le croirait appartenir à l’armée céleste!
FIAT
MARANATHA, viens Seigneur Jésus.
Fille, transmet ceci au petit père, qu’il le fasse connaître largement, car Ma Parole doit se répandre maintenant.
Mercredi 24 mars 2004
- Fille, que Ma Voix qui tonne ne te fasse pas oublier Mes murmures d’Amour qui s’adressent à chaque âme au secret de son cœur. Si Ma Voix tonne à l’encontre des nations apostates, Elle se fait tendresse pour tous Mes enfants égarés. Si Ma Voix dénonce le péché, Mon Cœur fond pour le pécheur, car Je « ne veux pas la mort du pécheur mais qu’il se convertisse ». Il s’agit de la mort de l’âme et non de la mort physique, tu l’auras compris. Je ne veux pas qu’un seul de ces petits qui sont les Miens ne se perde. Mon Vouloir divin est de ramener au Bercail tous Mes enfants dispersés : un seul troupeau, un seul berger. Le berger de votre temps est rudoyé chaque jour par des cohortes sataniques qui l’encerclent toujours plus dangereusement. Il chancelle sous leurs crocs mais ne tombe pas, car Ma Puissance le maintient. Que Je retire Ma Puissance et il tombe… Ce jour viendra, Je cueillerai alors son sacrifice dernier et Mon Jour ne tardera plus, ce Jour sans lendemain dans l’Histoire. Un nouveau temps, une nouvelle histoire s’ouvriront alors pour Mon peuple : tribulations diverses et triomphe final. Court est le temps qui reste pour consommer le sacrifice du berger d’aujourd’hui. Courts, oui très courts sont encore les jours de la Bête, cependant elle rugit plus que jamais sachant sa fin proche.
- Seigneur, court, pour Toi qui dis: «mille ans sont comme un jour», c’est souvent long en temps humain, terrestre…
- Aujourd’hui, court est le temps pour VOTRE façon de compter les jours.
Maintenant, fille, permets-Moi de te confier Ma Parole destinée à Mes enfants:
Enfants, afin que le vœu national que Je demande puisse prendre racine dans votre pays, Je vous demande une consécration particulière de vos personnes, de vos familles et de vos biens au Christ-Roi que Je suis. Que vos âmes aspirent chaque jour un peu plus à Mon Règne divin sur votre pays. Soyez ceux qui, par leur offrande totale et confiante, permettront à Mon règne de Christ-Roi de descendre sur la fille aînée de l’Église.
Enfants, à travers cette demande, Je veux rétablir Mon Alliance avec votre pays. Ne décevez pas Mon Cœur, ne retardez pas Mes plans. Je vous aime et Je mendie votre amour. Christ-Roi de vos âmes et de votre nation, Je le serai pleinement par votre adhésion à Mes plans divins.
Que la Joie divine soit en vos cœurs dés aujourd’hui et pour toujours.
Jésus, Christ et Seigneur
Lundi 11 avril 2005
Peuple de France, ton Dieu s’adresse à toi en ces termes: qu’as-tu fait du pacte que J’avais passé avec toi? Pourquoi prêtes-tu serment à Mon ennemi? Ne sais-tu pas qu’il te détruira après avoir utilisé sans merci ta cupidité, ta vanité et ton ignorance? Ne sais-tu pas qu’il veut ta mort parce que tu M’appartenais? Que vais-Je faire de toi? Je vais te laisser livré à l’ennemi puisque tu le préfères et, lorsque enfin tu te souviendras de Mon amour et que tu crieras vers Moi, alors Je te secourrai. Mais quelle épreuve vas-tu t’infliger et infliger à tes propres enfants par ton choix!
Peuple de France, tu es devenu tiède et Je vomis les tièdes. Fais bien attention à toi, car ton ennemi est devant tes portes et toi tu ne veux pas le voir ni le savoir. Mais Je t’avertis pour que tu ne puisses pas maugréer contre Moi, car il fondra sur toi sans crier gare. Ton ennemi est terrible dans sa haine et puissant dans ses armées. Et toi tu ne sais pas qu’il est ton ennemi, et toi tu l’appelles «ami»! Comment peux-tu être ainsi sans discernement et faire confiance aux vipères que tu as élues à ta tête? Ils (les gouvernants) te mènent au massacre et toi, comme un mouton, bêlant, tu avances tête baissée dans le piège.
Peuple de France, il Me plaît de t’avertir, encore et encore, même si tu ne M’écoutes pas, car Je suis attentif à Mes enfants même les plus perdus.
Fille, voilà ce que Je voulais dire à Mon peuple de France ce soir pour qu’il se ressaisisse et qu’il ouvre les yeux. Cependant il est bien tard, car la situation est bien avancée. Mais personne dans ce pays n’écoute Ma voix, Je le sais et pourtant Je continue à M’adresser à ceux même qui ne m’écoutent pas afin de les confondre au Jour de Ma Justice.
Jeudi 11 août 2005
- Fille, ne vois-tu pas les événements en marche chaque jour qui passe ? Ne perçois-tu pas la fin imminente de ce monde abject dominé par Mon adversaire et le vôtre ? La race perfide n’est autre que le bras agissant dans vos sociétés politiques de celui qui se tient derrière toutes œuvres de bassesses et de mensonges visant à Me détruire dans le cœur de Mes enfants. Voilà pourquoi Je viens établir Mon Règne de Justice et de Paix, voilà pourquoi Je viens rétablir Ma Royauté divine sur toutes les Nations, voilà pourquoi J’ai besoin de la France et du rayonnement divin de sa race royale pour s’étendre sur toute Nation. La souche royale de France a été préservée dans Mon Cœur, Moi Seul ferai surgir celui que la France attend : le grand roi qui la mènera des ténèbres vers sa mission eschatologique, à savoir: l’établissement du Règne Social de Jésus-Christ Roi des Nations sur toutes terres. Alors, et alors seulement, les prémices de Ma Gloire se feront Jour tant attendu. Alors paraîtra Mon Jour, Jour de Justice s’il en est.
Fille, ne cherche pas tant à pénétrer les secrets du déroulement exact des événements qu’à en observer les réalisations dans l’Histoire. Oui, les événements sont en marche, ils se déroulent sous tes yeux, sois attentive aux signes de Mon Œuvre dans le monde. La grande purification indispensable touche toutes Nations et peuples, pas un n’est épargné. Je t’ai déjà parlé du temps de la purification des Nations. C’est l’ultime purification devant amener les peuples à réclamer la proclamation officielle de Ma Royauté divine sur toute chaire et a fortiori sur toutes Nations. Je suis le Maître des Nations comme Celui des âmes des peuples qui les composent. La proclamation de Ma Royauté redonnera à la France sa souche royale et la royauté sera rétablie et le peuple de France se relèvera du cauchemar luciférien dans lequel elle divague actuellement. Je le redis, vous êtes au cœur des événements, mais ceux-ci vont au rythme de l’histoire, et, même s’accélérant, ce rythme est lent pour celui qui est dévoré du zèle de Ma Maison ! Mais cependant, le temps des événements de la fin des Nations est là maintenant devant vous. Temps de purification avant la régénérescence dans le Sang de l’Agneau. Comprenne qui pourra. Je te bénis.
Jésus Sauveur des Nations et Maître du temps
Samedi 3 décembre 2005
- N’écoutez pas les craintifs, eux fuient toutes choses, vous, allez donc au combat, forts de Ma Force. Usez des armes que Je vous donne et gardez-vous de l’ennemi.
- Seigneur, pourquoi ces paroles aujourd’hui ?
- Parce que l’heure du Grand Combat approche et que Je vous veux au cœur de la lutte pour Mes Droits sur votre Nation. Je viens réclamer Mon Héritage et vous appuierez Ma demande. Il s’agira d’un acte politique de très grande portée. Cet acte dépasse la simple consécration et les grâces qui y sont attachées seront elles aussi de grande portée.
Enfants, une voix doit s’élever dans cette Nation pour rétablir la vérité et elle doit le faire publiquement et sans peur. Je le redis : il s’agit d’un acte politique et non d’une simple dévotion même publique et nationale.
Le Règne du Christ-Roi doit commencer par la France. Je donnerai un signe clair attestant Mon Droit de Suzerain sur votre sol, et nul, sans mauvaise foi, ne pourra l’ignorer. Tu es Ma messagère en tout ce qui concerne Mon Droit de Suzerain, ne l’ignore pas.
- Je me souviens de Ta Parole, Seigneur, et j’ai confiance en Toi. Ordonne et Tu seras Roi à la face du peuple incrédule. Accomplis Ta Parole, Seigneur, et utilise-moi si telle est Ta Volonté. J’ai conscience de mon état de vermisseau, mais je connais Ta Splendeur. Que Ton Règne arrive !
- Merci, petite fille de Mon Cœur, Je suis Roi dans ton cœur à jamais et J’établirai Ma Royauté à la face des peuples. Je te bénis.
Jésus Roi des Nations
Mardi 20 février 2006
- Fille, maintenant écoute et écris:
France, un peuple sauvage est prêt à fondre sur toi, remettant en cause ton droit à ta terre de France! Te laisseras-tu faire? Laisseras-tu une horde barbare et sanguinaire faire main-basse sur ton héritage paternel et ancestral? La terre de tes ancêtres, ne la garderas-tu pas pour tes enfants? Ou bien la vendras-tu au plus offrant ? Ou bien, te la laisseras-tu arracher par l’iniquité? As-tu perdu l’amour de ta patrie, celui de la terre par Dieu à toi donnée? Oui, tes pères tiennent leur terre de Dieu. Ainsi donc, la patrie est la terre de tes pères mais aussi et surtout, celle de Dieu qui la leur a confiée aux temps jadis. Infidèle à ton Dieu, tu l’es. Indifférente à ta terre par voie de conséquence, tu l’es aussi. Mais qui néglige les biens paternels n’engrange aucun trésor dans le Ciel.
Mes enfants, ne laissez pas les infidèles, les idolâtres et les perfides s’emparer frauduleusement du sol que le Seigneur a donné à vos pères. Gardez jalousement le trésor qui vous est confié. Ne méprisez pas les dons de Dieu. Préparez-vous à défendre votre terre. Reste-t-il aujourd’hui de la France autre chose que son sol? «À quoi sert de sauver le corps si l’âme va à la ruine?» Question pertinente, Mon enfant. Comment aurais-Je insufflé la Vie à Adam si son corps n’avait point existé d’abord? Telle est Ma réponse. Je sauverai l’âme de la France, encore faut-il que vous gardiez son « corps ».
Mes enfants, Je vous mets en garde contre ce danger depuis longtemps maintenant, mais vous n’y croyez pas et pourtant Je le redis : le soir, ils n’y seront pas et le matin, ils y seront. Et il eut mieux valu pour vous que ce matin ne se lève pas car, par inertie, vous serez obligés à un féroce combat pour vos droits sur votre sol. C’est pourquoi Je vous demanderai de revendiquer Mon Droit de Suzerain sur votre sol, afin de vous le rendre au Jour voulu.
Jésus Roi de France
Mardi 16 mai 2006
- Mon Seigneur, Vous voulez me confier des Paroles concernant la France, je vous écoute.
- Fille, écris :
L’orage est sur vos têtes. Vous avez repoussé toutes les mains tendues, rejeté toutes les propositions et maintenant Je ne peux plus rien. Mes enfants de France, demain vous pleurerez amèrement d’avoir refusé d’écouter tous les appels à la conversion que J’ai fait converger vers votre Nation. Je ne peux plus rien et personne ne s’interposera plus pour votre défense auprès de Mon Père. France apostate, aujourd’hui tu renies tout ce qui fit, et tous ceux qui firent, ta grandeur et la gloire de ton nom !
Je l’ai dit, l’orage est sur vos têtes, enfants de France. Les conséquences de vos choix depuis des décennies, vous les avez sous les yeux : une société entièrement désordonnée où se déchaîne la violence sous toutes ses formes. Cependant, vous n’avez encore rien vu de ce que la haine peut produire. Attendez-vous désormais à un déchaînement du pire, une multiplication du nombre et de l’ampleur des problèmes rencontrés il y a peu. Oui, vos villes et vos voitures partiront en fumée. Vos enfants traqués dès le ventre de leur mère seront la proie de toutes sortes de démons. Vos hommes politiques, qui donnent déjà le spectacle de leur impuissance, vous laisseront seuls, sans rien dire ni rien faire pour apporter une solution radicale à la dérive du pays. Au contraire, toutes sortes de lois, plus iniques les unes que les autres, vous lient un peu plus chaque jour face à ceux qui ont résolu la perte de ce pays. Ceci, pourtant déjà bien entamé, ne se terminera pas sans une crise majeure et désespérée. Personne n’interviendra pour vous aider, car les autres nations auront fort à faire avec leurs propres problèmes.
Mes enfants, vous cependant, ne sombrez pas dans la détresse, car vous, vous savez qu’au milieu du pire chaos, J’enverrai celui qui doit relever et racheter la France aux yeux de Dieu. Oui, Je l’enverrai celui qui doit Me ramener ce troupeau de France égaré et meurtri, et vous devrez le suivre. Il y aura bien des pleurs et des grincements de dents, car sa main sera ferme et inflexible et il rétablira l’ordre et le culte de Dieu dans la Nation païenne mise à genoux de force par ses ennemis. Attention, les forces ennemies à l’œuvre dans l’ombre vont tomber les masques sous peu: vous saurez à qui vous avez à faire face, sans haine, mais avec détermination. Le piège qui doit perdre Ma Nation de France se referme inexorablement, les crocs destructeurs s’acharnent sur ce qui reste de sa dépouille, car depuis longtemps Ma France n’est plus. Elle est morte et ensevelie sous les décombres de la république maçonnique. La France a refusé son hommage public à Jeanne la Pucelle d’Orléans. La France apostate n’honore plus que des héros de pacotille et de vils menteurs. Ses vrais héros, elle les enterre. Mais ils sortiront du tombeau au jour de la résurrection de la France; car je la ressusciterai, la patrie de Clovis et de Clotilde, celle qui fit tant de soucis à Jeanne et à tant d’autres. Je la ressusciterai et elle étendra Mon Règne sur toute la Terre. Que se lève celui que Je demande pour la défense de Mon Bien ! Que se lèvent ceux qui M’ont promis leur aide à cette heure ! Que se forment les rangs de Mes armées. Que pas un seul de Mes amis ne se trompe de combat : aujourd’hui, sauver la dépouille de la France, c’est combattre pour Dieu.
Désormais toute souveraineté de votre Nation sera dissoute dans l’Europe élargie qui, telle une pieuvre, essaie d’étendre ses tentacules jusqu’à des territoires qui ne la concerne en rien. Demain, la France morte et maçonnique elle-même ne s’appartiendra plus. Demain… la dépouille mortuaire de Ma France sera vendue à ceux-là même qui l’ont tuée.
Mercredi 17 mai 2006
France, voici venir les jours du grand anathème. Tu frissonnes, frivole, frileuse, alors que la sainte crainte de Dieu devrait seule te faire trembler! Que ne trembles-tu aujourd’hui! Car demain, ce saint tremblement ne te sera plus permis: tu t’écrouleras sous les coups de heurtoirs de l’ennemi… jusqu’à ce que Je t’envoie celui qui doit te relever de ton tombeau. Alors tu refleuriras comme au plus bel âge de ta vie. O France, qu’il Me tarde de revoir ton haut front altier ceint de Ma Couronne! Qu’il M’est doux le souvenir de tes rois et de tes saints qui tissèrent fil à fil ta robe de gloire! O France, comme Mon cœur tressaille à la pensée de tes relevailles!
Mais, ô France, en Vérité, que reste-t-il de ton peuple à présent? Où sont tes armées et tes soldats? Où sont les défenseurs de l’Église? L’écho de leurs cris ne s’échappe plus de ta dépouille. L’as-tu seulement entendu, ce silence assourdissant qui est tout ce qui Me parvient de ton peuple? O France, mais renais! Renais donc de tes cendres! Reviens à la vie! Relève-toi! Sans toi le monde meurt d’asphyxie. France, qu’il M’est doux ton nom et qu’il est doux au cœur de tout chrétien à travers le monde. Ce doux nom doit de nouveau figurer à côté du Mien éternellement comme Mon plus beau trophée, Mon Trésor le plus parfait.
Mais, France, sans ton peuple, que te reste-t-il?
Et toi, peuple de France, sans ta patrie, que te reste-t-il?
Peuple de France, la terre que J’ai donnée à tes pères est le dernier fil qui te relie à Moi aujourd’hui. Demain, le fil coupé, tu erreras en errant sur ton propre sol dont l’on te déniera la priorité d’occupation et la propriété inaliénable. Te laisseras-tu dépouiller avec sur les lèvres le sourire du niais qui ne comprend pas la méchanceté? Te laisseras-tu déposséder de ton sol?
Peuple de France, tu dois maintenant relever le front et combattre pour ta patrie et pour renouer le fil de ton histoire avec Moi ton Dieu et Père. Mais, o Mon peuple, il y faut un sursaut d’énergie, un surcroît de volonté et de la ténacité, et surtout la certitude d’agir en toute justice, et Je viens d’en faire la démonstration. Appuie-toi sur Ma Parole pour défendre et recouvrer ton héritage. N’écoute plus les vains discours des hommes qui se discréditent jour après jour et qui aujourd’hui se croient à la tête de ton pays : ils sont seulement à la pointe de la conspiration maçonnique mondiale contre Moi, le Seigneur des Nations.
Seigneur des Nations, Je le suis et ils le sauront !
Seigneur de Ma nation choisie de France, Je le suis à plus d’un titre : Je le suis de Droit, Je le suis de Sang, Je le suis de Cœur. Qui donc Me déniera le Droit, le Sang et le Cœur ?
Seigneur du peuple de France, Je le suis aussi ! Et c’est à ce titre, o peuple, que Je te sauverai ta patrie.
Seigneur de la France, Je le suis et c’est à ce titre, o France, que Je te sauverai ton peuple.
Ainsi, toi France et toi, peuple de France, de nouveau unis sous Ma Houlette de Bon Pasteur, vous honorerez à la face des peuples Mon Saint Nom, et ainsi s’étendra Mon Règne divin sur cette Terre qui est Mienne aussi.
Pour l’heure, Mes enfants, préparez-vous au combat : les tyrans ne lâcheront pas facilement leur proie, maintenant qu’ils l’ont bien saisie sous leurs crocs puissants. Mais qu’importent la férocité et l’amertume du combat puisque la Justice est établie et la victoire ainsi assurée ?
Mes Paroles doivent parvenir à tout Mon peuple de France afin de l’établir dans sa justice et de lui donner l’ordre de l’assaut :
Au combat, pour la France et pour le Roi !
Mes bénédictions s’étendent d’âge en âge sur ceux qui se lèveront à Mon Appel.
Jésus-Christ Roi de France et Maître des Nations
Lundi 31 juillet 2006
- Fille, écoute et écris:
Tout dort et pourtant le feu couve. Sous la terre, le feu parcourt la Terre. Sous la mer, il brise l’écorce et provoque des raz-de-marée. Ces phénomènes ne s’arrêteront pas, au contraire. La Terre s’accorde à la folie des hommes: elle gronde, plie, tremble, casse. Le mal ronge son équilibre depuis si longtemps. Que ne respectez-vous pas votre Terre et ses rythmes, Mes enfants? Soyez plus attentifs aux besoins de votre Terre. Certains ont pris conscience de la folie de la course en avant, mais rien n’y fait: toujours plus de consommation, de gaspillage des richesses naturelles que Mon Père avait mises à votre disposition pour votre bien: le Malin a tout corrompu en l’homme.
Ce qui est vrai pour le salut de votre environnement l’est pour la vie politique: seul un miracle aujourd’hui peut permettre un grand nettoyage, prélude nécessaire à la venue de Mon Règne en votre temps. Oui, c’est une autre façon de parler de la purification nécessaire. Purification qui concernera chaque fibre du vivant. Nul, ni rien, n’échappera à la remise en ordre. Tout est déréglé par oubli de la règle première: tu aimeras ton Dieu de toutes tes forces, de toute ton âme. Une fois le désordre installé dans l’alliance éternelle entre l’homme et Dieu, les dérèglements s’installent en cascades de plus en plus répandues, touchant tous les domaines de l’existence.
Le préalable à tout changement de longue durée, eschatologique donc, est le rétablissement de l’ordre dans la relation de l’homme à Dieu par la revendication de Mon Droit de Suzerain, sur chaque Nation jusqu’à L’Univers entier, qui permettra de rétablir la légitimité des chefs des peuples, étendant ainsi, par la tête, Mon Règne Social. L’ordre sera rétabli et la prospérité et la Paix renaîtront.
Il ne suffit plus de rétablir des lois chrétiennes, dont personne ne veut plus dans vos Nations sans foi ni loi, pour ramener ces Nations à leur vocation d’enfant de Dieu. Il faut aujourd’hui affirmer Ma Royauté sur ces mêmes Nations. Pour cela, il Me faut une voix. Et vous serez cette voix lorsque l’heure sera venue.
Nul obstacle devant vous, nul obstacle en vous. Je balaie tout, J’efface tout, Je renouvelle : votre âme est trempée comme une lame d’acier. Nul trouble, seule demeure la volonté d’accomplir la Volonté de Dieu. Ainsi Je vous veux, ainsi vous êtes Mes amis.
Mon âme est triste à en mourir, mais sur vous Je peux compter. Ma douleur est celle de l’Amour. Rendez-moi justice de Mon Amour, ô hommes de cette Terre. Tant d’ingratitudes blessent Mon Saint Cœur et pourtant, sans relâche, J’envoie Mes serviteurs. Maintenant J’envoie Mes fils et filles, leur volonté ne se brisera pas sur le mur de l’indifférence. Leur force de conviction sera terrible pour le monde. Ils ont les armes du bon combat.
Fils et filles, croyez. Je vous bénis et vous appelle Mes amis.
Jésus
Vendredi 1er septembre 2006
- La race des Francs a été établie pour l’éternité afin de présider aux destinées du monde. Aujourd’hui elle faillit grandement, demain, restaurée, elle triomphera. Ce qui est établi par Dieu et qui reste fondé sur Dieu ne passera pas. La restauration de la race des Francs dans l’Alliance divine est ta mission à travers « Joie de Dieu », ton combat, et alors elle triomphera sur toute race.
Comprends ceci: peu importe le nombre si la Justice est de votre côté et elle y sera. Car avec la Justice vient Saint Michel, Chef des armées célestes, et nul assaillant visible ou invisible ne lui résiste, car il est établi en toute Justice dans l’Alliance divine.
Crois que Dieu peut – et veut – tout. Mes enfants, Je vous bénis.
Jésus-Christ Maître des Nations
Vendredi 15 septembre 2006
- Souvenez-vous que la bataille qui se joue sur Terre se double d’une bataille bien plus terrible au niveau spirituel. La bataille est celle de la Foi contre les idéologies savamment distillées et entretenues par l’adversaire pour contrer Mon Désir de régner sur l’humanité et sur chaque Nation en particulier. Et Je veux régner sur la France particulièrement, car d’elle naît l’exemple que les autres nations suivent, dans le bien comme dans le mal. Rétablissant la France, c’est toutes les autres Nations qui seront sauvées. Lourde mission certes, mais dans la foi et la fidélité, la vocation s’accomplit sans doute ni désordre. J’entends restaurer la France et Je veux le faire à travers l’acte politique le plus grand: la proclamation de Ma Royauté. Ma Puissance se manifestera dans l’Histoire et dans le temps humain. Et plus on fait croire à Mes amis que «Dieu ne s’intéresse pas aux petites choses de la terre» ‒ comme si la politique était une petite chose – et plus Je Me fais proche. J’interviendrai dans le cours de l’Histoire humaine car tel est Mon désir. Tous verront Ma Puissance.
Mes enfants, l’heure vient et elle est bien plus proche de vous que vous ne pouvez l’imaginer. La dégradation de la situation nationale et internationale s’accélère et presque tous maintenant perçoivent cette plongée dans les ténèbres. Je sauverai Mon peuple. Mon peuple n’en peut plus des mensonges, des forfaitures et autres dérives. Mon peuple se lasse du désordre et de l’injustice. Mon peuple se réveille. Et il va exiger la Vérité, la Justice et l’ordre. Par ailleurs, les peuples sauvages et barbares mêlés sur votre sol à Mon peuple (le bon grain est toujours mêlé à l’ivraie) vont passer à l’action sur ordre de l’étranger. La convergence de ces deux mouvements opposés bousculera la fausse paix « démocratique » maintenue coûte que coûte par les gouvernants actuels.
Mes enfants, soyez bénis de votre fidèle volonté à faire Ma Volonté. Continuez dans cette voie d’abandon qui loin de limiter l’action, la guide.
Jésus
Capítulo 9: El plan de Cristo Rey para realizar su Reino Social:
Los mensajes del “Gozo de Dios” son muy específicos sobre el plan de Dios para realizar su Reino en la tierra como lo es en el Cielo, es decir, el Reino Social de Jesucristo, Señor de Señores y Rey de Reyes.
Jesucristo quiere restaurar la monarquía por derecho divino en todas las naciones que le pertenecen y le están consagradas. Quiere, en primer lugar, restaurar la monarquía por derecho divino en Francia, la nación que tanto ama, que creó el día del bautismo y coronación de Clodoveo, y a la que confió esta misión especial de ser la cabeza de la sistema religioso en toda la tierra, cabeza del Reino de Dios en la tierra, cabeza del cristianismo, al servicio de la Santa Iglesia Católica. Francia es por eso la hija mayor de la Iglesia: en el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia, Francia es la cabeza.
Restaurar a Francia en sus prerrogativas y en su misión permitirá restaurar el cristianismo y el Reino de Dios en la tierra, restaurar a la Santa Iglesia Católica en sus prerrogativas y en su misión: la evangelización del mundo entero, según las Palabras pronunciadas por Jesucristo en el día de su Ascensión, con miras a la salvación universal de las almas y de los pueblos que viven en la tierra. “Toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñales a guardar todo lo que os he mandado” (Mateo, 28 – 18).
Esta restauración de Francia presupone la restauración de un jefe de gobierno muy cristiano que será un perfecto discípulo de Jesucristo y que estará al frente de la nación Francia el lugarteniente de Cristo Rey, su virrey, para gobernar Francia en Su Nombre y según Su Evangelio.
Tal programa parece surrealista e inalcanzable. Desde una perspectiva humana, lo es. Pero con Dios, nada es imposible. Dios juega con nuestras imposibilidades.
Tantos regímenes políticos que parecían estables e indestructibles, casi eternos, han desaparecido, a veces en unos días, a veces en unos años. Así fue con el Imperio Romano. Todos los ciudadanos que lo componían, incluidos los cristianos, perseguidos luego reconocidos, consideraban que el Imperio Romano duraría para siempre, tan grande era su poder, su rigor y su inquebrantable solidez. Llegaron algunas tribus bárbaras... y el Imperio Romano se derrumbó en el siglo V, oficialmente con la deposición del último emperador, Rómulo Augústulo, en 476.
En Francia, el régimen político actual, la Quinta República, nació de una grave crisis que puso fin en pocos meses al régimen anterior, la Cuarta República. Lo olvidamos demasiado, no aprendemos las lecciones de la historia. Al igual que la Cuarta República, que duró 12 años, la Tercera República, el Segundo Imperio, la Segunda República, la Monarquía de Julio, las dos fases de la Restauración (Luis XVIII y Carlos X) terminaron en una crisis y un final brutal.
Desde la Revolución de 1789, ninguno de estos regímenes ha sido estable y duradero, lo cual es una característica importante que los distingue del régimen anterior que gobernó Francia durante 1293 años: la monarquía de derecho divino, encarnada por tres dinastías derivadas de una sola estirpe.
¿Por qué entonces la Quinta República se preservaría de crisis similares a las que pusieron fin a los regímenes posrevolucionarios anteriores a 1958? Un régimen en vigor se cree invencible, protegido de todo, duradero o incluso eterno. Es la soberbia y la ilusión del que tiene el poder. Y esto es sin contar con las leyes de Dios y con su intervención en la historia humana.
La ley de Dios es simple: un sistema político malo, nocivo y no querido por Dios acaba desapareciendo. Se encuentra con una pared y se derrumba frente a esta pared. Un régimen político ilegítimo, impío, inicuo, que no respeta los mandamientos y leyes de Dios acaba desapareciendo, sufriendo muchas veces las consecuencias de sus propios errores y desaciertos, a los que se suma la acción de la Divina Providencia. Porque en un mundo que ha vuelto a ser pagano, las conciencias olvidan o ignoran que es Dios quien dirige la vida de los pueblos y naciones, y quien por tanto puede acabar con un régimen político o incluso con una nación. Dios es el Dueño del Universo, del Cielo y de la tierra, es por tanto el Dueño de las naciones, de su vida y de su historia, y puede disponer de ellas según Su Voluntad, para premiarlas o castigarlas, para sostenerlas. o marchitarlos, crearlos o hacerlos desaparecer. Él es el gran Legislador, el Supremo Soberano, el Maestro: es Él quien tiene el Poder. Si ha sido paciente y misericordioso desde el 17 de junio de 1789, puede poner fin a su paciencia y misericordia de la noche a la mañana e implementar su plan para salvar al mundo a fin de recuperar el poder de quienes le robaron, quienes lo confiscaron ilegítima y violentamente. : los organizadores de la revolución francesa y sus amos. Son los que todavía gobiernan Francia y el mundo hoy, son los que el Señor Dios Todopoderoso excluirá de la vida política y social en Francia y eliminará de la faz de la tierra. Dios restaurará su Autoridad, su Poder, su Derecho sobre las naciones: será el fin del tiempo de las naciones apóstatas, dirigidas por Lucifer y su gran secta oculta, la Masonería, pulpo que domina todas las instituciones en el mundo y en nuestra Francia desde 1789. Jesucristo es Príncipe de la Paz y Señor de las naciones. Posee todos los poderes que le ha conferido su Padre, Rey de Amor, Justicia y Paz.
La Quinta República tendrá por tanto un final. Terminará como comenzó la I República y el período revolucionario: en el terror, en el caos, en la sangre, en la guerra civil, en una deflagración total de la Francia actual. Una Francia morirá, otra Francia nacerá: Nueva Francia, en Nueva Tierra, con Nuevos Cielos.
Tal programa no puede llevarse a cabo sin grandes convulsiones, mucho más amplias y graves que las que pusieron fin a los regímenes políticos del período 1789-1958. Para una conmoción excepcional se necesitan medios y acontecimientos excepcionales. Estas se llaman catástrofes o tribulaciones. Porque no. Se trata, en efecto, de acontecimientos purificadores y liberadores, que sacudirán nuestra Francia y el mundo, con miras a instaurar el Reino de Dios. ¿Podemos quejarnos de ello? ¿No vale la pena sufrir el establecimiento del Reino de Dios y el disfrute de todas las bendiciones y gracias que traerá? Los sufrimientos de la Cruz, el Vía Crucis, la Pasión. Si no mueres, no vivirás. Si no sufrimos los graves acontecimientos de este tiempo final, no tendremos el Reino. Si Jesús sufrió para salvarnos al redimir nuestros pecados, ¿por qué no estaríamos dispuestos a sufrir las pruebas necesarias para traer el Reino, en la Segunda Venida de Cristo? ¿Amamos el Reino, queremos el regreso de Cristo? ¿Dónde están nuestras prioridades?
Es imposible alcanzar el Reino sin purificar el mundo actual, gobernado por las fuerzas del mal, por los poderes ocultos al servicio de Satanás, un mundo lleno hasta el punto de vomitar del pecado, el vicio, la profanación, el libertinaje, la corrupción, el asesinato. , el odio, la desesperación, la oscuridad, la trata... Un mundo que destruye familias, que mata a los bebés en el vientre de su madre, que practica la reproducción asistida y la gestación subrogada, que quiere la eutanasia, que se casa con hombres o mujeres, que promueve la decadencia y se revuelca en ella, que pisotea la ley de Dios y vive sin Dios, llevando así a un gran número de almas a la condenación eterna. Un mundo que ya no ofrece la Salvación a las almas. Un mundo sin sentido, sin alegría, sin trascendencia, materialista y consumista, ateo o antiteísta. Es el anti-reino de Dios, dirigido por el anti-Dios o anti-cristo: Satanás.
¿Quién en el mundo de hoy estaría de acuerdo en restaurar la monarquía y volver al verdadero cristianismo, para poner a Dios primero en todas nuestras vidas? Tan poco… Por eso es necesario escandalizar a los seres, hacerles pasar grandes pruebas, trastornarlos tanto que acepten tales cambios y hasta los pidan. Los eventos que vamos a vivir están matando a mucha gente. Conmocionarán a los sobrevivientes y los pondrán de rodillas ante Dios, rogándole que los salve, salve a Francia y la libere de sus calamidades. Algunos pedirán un rey, un salvador. Los otros lo aceptarán y eventualmente lo seguirán.
Restaurar el Reino de Dios es, por tanto, poner fin al reino de Satanás. Este es el desafío supremo de nuestro tiempo, del plan de Dios, de su acción providencial y de las catástrofes por venir. Las tribulaciones tienen un significado. Nuestros sufrimientos tendrán sentido.
Jesucristo confiará esta misión excepcional a Francia, la hija mayor de su Sagrado Corazón. Restaurará la Monarquía por derecho divino en Francia y elegirá a un hombre para ser rey, lugarteniente de Cristo a la cabeza de Francia. Tal es su Voluntad. Tal es su Plan.
Por lo tanto, este rey será elegido y designado por Dios. No se designará a sí mismo y no será designado por los hombres. Es un rey providencial, designado por el dedo de Dios, por una señal sobrenatural, luego confirmado por las maravillas que realizará.
No será designado por los que manipulan la república. Es importante saber que la Masonería conoce este programa de Dios. Durante los graves acontecimientos que vivirá Francia, especialmente la guerra civil, propondrá restaurar la monarquía, pero una monarquía de derechos humanos, con un rey designado por ella para seguir gobernando Francia según sus ideas liberales anticristianas. anticristianos. Nombrará dos reyes sucesivos, falsos reyes, y debemos tener mucho cuidado de no apoyarlos. El verdadero rey será designado por Dios un poco más tarde. No será un descendiente conocido de las líneas reales de Borbón o Orleans. No será Luis XX (duque de Anjou) ni Jean d'Orléans. Este último desciende de Philippe Égalité, que era miembro de la masonería, participó en la organización de la revolución y votó por la muerte de su primo Luis XVI: este currículum vitae gravísimo conduce al anatema sobre los descendientes del duque de 'Orleans . También debes saber que la actual familia de Orleans sigue siendo masonería, y por lo tanto amiga de los enemigos de Cristo. No puedes servir a dos maestros.
Dios designará a un hombre que descienda de Luis XVI, por lo tanto, que descienda de su hijo Luis Carlos de Francia, que se convirtió en Luis XVII el 21 de enero de 1793, a la muerte de su padre. Luis XVII fue exfiltrado de la prisión del templo y sobrevivió. Continuó su vida en completo anonimato y tuvo descendencia. Evidentemente, los que en el siglo XIX se presentaban como Luis XVII son todos usurpadores, incluidos Naundorf y Baron de Richemont. El fugitivo del templo permaneció en secreto: de lo contrario, habría sido eliminado por la masonería. Sus descendientes permanecieron en secreto, para ser preservados del asesinato.
Estamos esperando a este hombre. Dios nos revelará a este hombre. Habrá que tener mucho cuidado para evitar usurpaciones. Muchas pistas nos da Jesucristo sobre él en los mensajes que nos transmitió a través de Martine (otra profeta contemporánea de Francia), publicados por Éditions Résiac bajo el título "Sólo el amor salvará el 3er milenio". Si estos mensajes no nos permiten saber quién es nuestro futuro rey, nos dibuja un perfil y confirma lo que el Espíritu Santo le dijo a Marie-Julie Jahenny: será descendiente de Luis XVII. Esto descarta a muchos de los muchos pretendientes conocidos actualmente o los que saldrán a la luz.
Este hombre primero salvará a Francia de las calamidades que experimentará durante varios años. Dios le dará los medios para liberar a Francia de muchos flagelos, especialmente de invasiones extranjeras (probablemente ejército ruso y hordas yihadistas musulmanas). Dios hará lo que ha hecho tantas veces en nuestra historia: enviar un hombre providencial (según el modelo de Juana de Arco) y obrar a través de él de una manera manifiestamente milagrosa y todopoderosa.
Será consagrado en Reims y gobernará Francia en el marco de una nueva Constitución, al frente de la cual se pondrá a Dios en primer lugar: Dios primero servido. Por lo tanto, restaurará los derechos de Dios sobre nuestra nación y gobernará en Su Nombre. Reformará toda la sociedad, las instituciones, las leyes, según el Evangelio y la ley social cristiana. Dirigirá Francia, pero será también la cabeza de la cristiandad, poniéndose a la cabeza de las naciones católicas restauradas: será por tanto el restablecimiento del Imperio cristiano, en un territorio tan extenso como el del Imperio romano. . Por eso se le llamará el Gran Monarca: será en realidad emperador, caudillo y cabeza del Reino Social de Jesucristo en la tierra.
Francia tiene por tanto una misión única y especial que cumplir, bajo la autoridad de nuestro futuro rey. Ella redescubrirá su misión bautismal, esta misión que cumplió a lo largo de los siglos y la convirtió en la hija mayor de la Iglesia.
Todos tenemos un papel que desempeñar para participar en la implementación de este programa excepcional diseñado y querido por Dios. Si la oración es fundamental para permitir esta realización, es de primordial importancia dar a conocer este programa, esta misión de Francia y de su futuro rey, los acontecimientos de transición y el cambio de régimen político por venir, la instauración del Reino Social de Cristo. el Rey en Francia y, a través de Francia, en la tierra.
La Misión Christ-Roi se propone trabajar en esta dirección.
Para profundizar en el tema, aquí hay una lista de libros destacados:
- La realeza social de Nuestro Señor Jesucristo, según el cardenal Pío; Ediciones Saint Rémi (ESR).
- La misión divina de Francia, del Marqués de la Franquerie, ESR.
- La Revolución de 1789 organizada por la Masonería (solo PDF)
- La conspiración anticristiana, por Mons. Delassus, ESR.
- Encíclica Quas Primas del Papa Pío XI, 11 de diciembre de 1925. Sitio web del Vaticano (PDF).
- La misión póstuma de Juana de Arco, por Mons. Delassus, ESR
- Mirarán hacia el que han traspasado, de Claude Mouton, Résiac
- El Reino Social del Corazón de Jesús, por el Padre Henry Ramière, ESR
- La mensajera de Cristo Rey, sor Olive Danzé; de Henri-Pierre Bourcier, Ediciones Résiac.
- La Virgen María en la historia de Francia, por el Marqués de la Franquerie, Éditions Résiac
- Sólo el amor salvará el 3er milenio, por Martine, Éditions Résiac.
- Alegría de Dios: Mensajes de Cristo Rey a Agnès-Marie, 1999-2011, Résiac (3 volúmenes citados en el capítulo 8 de este folleto).
Estas obras también se pueden comprar a los editores o en Internet.
Extractos del libro de Theotime de Saint Just:
La Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo, según el Cardenal Pío
(Ediciones Saint Remy)
Nuestro Señor Jesucristo vino a la tierra para santificar las almas, ¿descendió también allí para imponer su voluntad a las instituciones sociales, a los códigos, a las asambleas, a los mismos soberanos y así convertirse en Rey Supremo de las naciones y de los pueblos? Esta es la pregunta que nos ocupará, y para responderla con precisión y amplitud, no haremos más que exponer la enseñanza del cardenal Pío sobre la realeza de Cristo.
Entonces, ¿por qué este tema y por qué pedir la doctrina al obispo de Poitiers? No hay cuestión más trascendental que la de la realeza social de Cristo. Es una cuestión de vida o muerte para el mundo. Los pueblos apenas han salido de la guerra más espantosa que hayan conocido y todavía están bastante conmocionados por ella. Con angustia buscan una paz duradera en el respeto de los derechos de todos y en los lazos de hermandad que unirán a las naciones en una sola familia. Esta paz tan apasionadamente buscada, ni los armamentos, ni los múltiples recursos de la diplomacia, ni las conferencias internacionales, ni las decisiones del tribunal supremo de la Sociedad de las Naciones podrán darla al mundo. Sólo el reconocimiento oficial por parte de todos los pueblos de la Realeza pacífica de Cristo puede asegurarlo a la tierra.
Benedicto XV lo declaró en voz alta: "es el ateísmo legal erigido en un sistema de civilización que ha precipitado al mundo en un diluvio de sangre"[1]
Sólo la abolición de este ateísmo legal, es decir, la proclamación oficial de los derechos de Jesucristo sobre la sociedad, puede conjurar las olas de un nuevo diluvio aún más sangriento y universal.
Su Santidad Pío XI, en su admirable Encíclica Ut arcano Dei consilio, insiste en esta grave advertencia de su predecesor. “Quien ignora, escribe, esta palabra de la Escritura: Los que abandonan al Señor serán consumidos y no sabemos menos las palabras tan importantes de Jesús, el Redentor y el Maestro de los hombres: Sin Mí nada podéis hacer, y: El que no recoge Conmigo, se disipa. “Estos juicios de Dios se han ejecutado en todos los tiempos, pero es ahora sobre todo que se ejecutan a los ojos de todos. Es porque los hombres se han distanciado miserablemente de Dios y de Jesucristo que han sido arrojados de su felicidad anterior a un diluvio de males”.
Hablando entonces del ansiado remedio de la paz: “Cuando las ciudades y las repúblicas se hayan esforzado en seguir las enseñanzas y preceptos de Jesucristo en sus asuntos internos y externos, entonces tendrán al fin la verdadera paz en su seno... La paz digna de ese nombre, es decir, la paz deseable de Cristo, nunca existirá si no se guardan por todos, en la vida pública y en la vida privada, las doctrinas, los preceptos y los ejemplos de Cristo, y si la Iglesia en la sociedad así ordenada no ejerce finalmente su función divina, protegiendo todos los derechos de Dios sobre los individuos y los pueblos. En esto consiste lo que llamamos en una palabra el Reino de Cristo.[2]
Y, resumiendo todo su pensamiento en una consigna, que desde el nuevo Pontificado ha dado la vuelta al mundo, concluye. “Queremos trabajar de la manera más eficaz para la restauración de la paz, restablezcamos el Reino de Cristo. No hay paz de Cristo sin el reino de Cristo”[3]
*** *
Pero de todas las naciones hay una que ha sufrido más por la guerra y que, más que ninguna otra, aspira ardiente y lealmente a la paz del mundo. es francia Tenemos testimonios precisos que atestiguan que Francia ha reconocido que su impiedad social había sido para ella la causa principal del terrible flagelo. Queriendo reparar el pasado, con el impulso caballeresco que la caracteriza, trabaja para devolver a Jesucristo el lugar regio que debe ocupar en la sociedad. La cuestión de la Realeza social de Cristo comienza a popularizarse en Francia[4]. En plena guerra, el emblema del Sagrado Corazón, colocado por manos piadosas en miles de banderas y pendones, era ya una proclamación de esta Realeza. Desde entonces, nuestros obispos, nuestros sacerdotes, nuestros publicistas han tratado a menudo este grave tema.[5] En los Congresos Eucarísticos de Lourdes y Paray se expresaron los deseos de una fiesta mundial para afirmar la realeza social de Jesucristo en todo el universo. Este noble celo de los católicos franceses por la causa de Cristo Rey fue alentado aún más por la canonización de los dos santos del país: Santa Juana de Arco y Santa Margarita María, pues ambos eran apóstoles del reino social de Cristo. Juana de Arco, con Carlos VII [6]y Marguerite-Marie, en la corte de Luis XIV.
Este magnífico movimiento que lleva a la élite de la Francia católica a los pies del Rey de las naciones se acentúa cada vez más y, por tanto, la cuestión de la realeza de Cristo, si bien sigue siendo una cuestión esencialmente universal, se convertirá, sin embargo, en la cuestión francesa por excelencia. .
De importancia soberana para la paz del mundo y para la prosperidad de Francia, la Realeza social de Cristo se impone con conmovedora actualidad. Esta actualidad seguirá afirmándose cada vez más. Cada vez más se planteará la cuestión del Reino social de Cristo, cada vez más se discutirá, porque la lucha se entablará entre los partidarios declarados de Cristo y de su civilización y sostén de la civilización pagana y atea. La lucha no está ahí, dicen los clarividentes. “El mundo ha llegado a un punto en el que debe perecer o renacer. Todo lo intermedio será aplastado por la destrucción o rechazado desdeñosamente por la reconstrucción.[7].
*** *
No es necesario ahora explicar que una cuestión tan capital y tan actual debe ser estudiada con cuidado. ¡Cómo se la ignora! Esta es la pregunta más incomprendida de nuestros contemporáneos. La propia élite intelectual parece no saber que existe una doctrina social cristiana, una política cristiana. Es para ayudar a combatir esta ignorancia que hemos intentado este modesto trabajo. Al componerlo, pensamos no sólo en los fieles enamorados con celo por la gran causa de Cristo Rey, sino también en los hombres instruidos que buscan la verdad, especialmente los estudiantes de teología. En sus libros de texto, la cuestión de la realeza de Jesucristo se trata de manera demasiado sumaria para que puedan darle la importancia que merece.
Ayudados por este estudio, tendrán una idea más exacta, más completa y comprenderán mejor el alto significado social de este título de Rey que damos a Cristo y, convertidos en sacerdotes, serán los apóstoles ardientes y los caballeros intachables de Rey Jesús.
Pero, ¿cómo proceder en esta pregunta? ¿Cómo podemos llegar con certeza a las audaces conclusiones que conlleva?
Necesitamos como guía un Maestro aprobado por la Iglesia, un médico contemporáneo, conocedor a fondo de las convulsiones sociales de estos últimos siglos y que haya tratado con precisión la cuestión que nos concierne. Este Maestro es el Cardenal Pie, Obispo de Poitiers.
El Cardenal Pío ya goza de toda la autoridad de un doctor en la Iglesia. Los papas lo alabaron. Pío IX le escribió en 1875 con motivo de la publicación de sus obras:
“No sólo habéis enseñado siempre la sana doctrina, sino que con vuestro talento y la elocuencia que os caracteriza, habéis tocado con tanta delicadeza y certeza los puntos que era necesario u oportuno iluminar, según la necesidad de cada día, que para juzgar acertadamente las preguntas y saber adaptar su comportamiento a ellas, bastaba que todos te hubieran leído”[8].
En 1879, León XIII creó cardenal obispo de Poitiers, este nombramiento, tan de cerca la publicación de sus obras, es una aprobación implícita de su doctrina. Pío X, dando audiencia al Seminario Francés, declaró haber "leído y releído a menudo"[9]las obras del cardenal Pie. Y la primera encíclica del santo Papa reprodujo en gran parte la primera carta pastoral del obispo Pie a su diócesis de Poitiers.[10]
Finalmente, el cardenal Gasparri, en nombre de Benedicto XV, escribiendo al canónigo Vigué para su publicación de las Páginas escogidas del cardenal Pie, ensalza en estos términos estas páginas "donde el obispo de Poitiers aparece en ese papel de médico que desempeña con tanta mucha elocuencia y autoridad; aparece allí como un oponente formidable del naturalismo, el liberalismo y los restos insidiosos del galicanismo. Nadie expuso con mayor claridad, frente a las diversas formas del naturalismo, la obligación primordial que incumbe a todo hombre de adherirse a la Revelación sobrenatural y nadie defendió con mayor brillantez frente al liberalismo los derechos imprescriptibles de Dios y de la Iglesia en la organización de la sociedad. .. La acción que el Cardenal Pío ejerció en vida es una que debe perpetuarse en el clero francés y en la Iglesia universal. »[11]
Tenemos, pues, un elogio ininterrumpido de los Soberanos Pontífices a nuestro guía en el tema que estamos tratando.[12]
Cardinal Pie es nuestro contemporáneo. Muerto en 1880, desconocía, es cierto, todas nuestras leyes de descristianización social. Sin embargo, remarca el Cardenal Billot, “lo que volvió a suceder fue sólo una evolución del estado de cosas que existía en su tiempo; era sólo el desarrollo de los principios de los que había visto con rara penetración las consecuencias y las consecuencias; fruto de las instituciones, de las opiniones, de las doctrinas que no dejó de combatir durante todo el curso de su carrera”. (Elogio del cardenal Billot)
Finalmente, el cardenal Pie trató nuestro tema. En verdad, nunca hizo un estudio ex profeso sobre el reino de Cristo, pero cualquier lector de sus obras reconoce fácilmente que el reino social de Jesucristo fue su gran objetivo.[13]
Él mismo, un año antes de su muerte, recibiendo la barra cardenalicia, se lo dijo al Presidente de la República en estos términos:
"Se me impone una obligación más estricta de usar los últimos restos de mi vida, los últimos ardores de mi alma, para inculcar en nuestros contemporáneos la frase apostólica de la que los treinta años de mi enseñanza pastoral no han sido más que el comentario, a saber: " Que no se puede poner otro fundamento que el que fue puesto por la mano de Dios y que es Cristo Jesús" y que, para los pueblos como para los individuos, para las sociedades modernas como para las sociedades antiguas, para las repúblicas como para las monarquías "no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que puedan ser salvos, sino el nombre de Jesucristo" (Discurso al Presidente de la República, 26 de mayo de 1879, X, 7-8).
Otros le dan este testimonio.[14]El Padre Longhaye, al anunciar los primeros ocho volúmenes de sus obras, escribió en una especie de epílogo: "Hay unidad en esta obra episcopal, tan múltiple y tan diversa en apariencia... es lo sobrenatural, es el derecho de Jesucristo reinar socialmente, reclamado por la afirmación incesante, infinitamente variado en sus formas como las rebeliones que combate, siempre uno en su sustancia como la verdad que proclama... necesitaba un epígrafe a las obras del obispo de Poitiers, qué otro elegir que el grito apasionado de [[San Pablo |San Pablo: "Él debe reinar, Oportet autem illum regnare"? Todo allí está lleno de este pensamiento. Preocupaba al joven y elocuente panegirista de Jeanne en 1844.[15]En 1848, inspiró al Gran Vicario de Chartres, quien, irónicamente, fue llamado a bendecir un árbol de la libertad.[dieciséis]El obispo le deberá sus acentos más orgullosos. Casi me atrevería a decir que le deberá todo; pues en su enseñanza difundida según el día y la necesidad, sin intención de unidad ni de método, predicación solemne, homilías familiares, conversación con el clero, polémica con los ministros, reaparece siempre el pensamiento del reino social de Jesucristo. Incluso donde no está directamente a la vista, se siente circular, por así decirlo, en la superficie de las cosas, como un fuego latente que da calor y vida a todo. Así la obra se vuelve una, y al lanzar sus palabras a los vientos como una semilla, el maestro ha hecho un libro sin pretenderlo y sin saberlo.[17]
Así, el obispo Pie enseñó el Reino Social de Jesucristo y se atrevió a hacerlo frente a la formidable oposición de la sociedad contemporánea. La Iglesia a través de la voz oficial de sus papas lo ha alabado. No podemos, pues, hacer mejor que ir y preguntar a este Caballero de Cristo los principios por los que nuestro Rey debe reinar.
*** *
¿Cómo procedimos en este trabajo?
Dejemos primero de lado ciertas fórmulas queridas por algunos modernos: no estamos escribiendo la historia de un pensamiento, como si el pensamiento de este reinado hubiera evolucionado en la mente del obispo Pie. No, este pensamiento tiene para él y desde sus comienzos toda la fuerza y toda la precisión de un dogma.[18]
Sólo hemos estudiado todas las obras del Cardenal Pío (obras sacerdotales y episcopales) extrayendo de ellas los pensamientos que se refieren al Reino de Cristo. Agrupando estos pensamientos, hemos tratado de reducir a modo de síntesis toda su enseñanza sobre este tema capital. Esta modesta obra quisiera ser un tratado seguido y lógico de lo disperso en los doce volúmenes del obispo de Poitiers.[19]De hecho, es su doctrina integral la que entregamos en este estudio, cuyo plan es el único nuestro en sus principales divisiones y en la estructura de cada una de ellas.
Aquí está ese plano. Tiene cuatro partes.
1° Jesucristo es Rey de las naciones. Las naciones le deben obediencia.
2° Las naciones modernas se rebelan contra Él. consecuencias de su rebelión.
3° ¿Cómo restaurar este Reino social? Restauradores y sus deberes; el programa de restauración; las dificultades
(3) los Modelos de gobierno cristiano.
4° El futuro de la Realeza social de Cristo.
*** *
Esta división, que parece diseccionar ideas, dará a nuestro trabajo una forma un tanto seca y escolástica. El lector nos perdonará si gana precisión en un tema, generalmente tratado de forma más oratoria que didáctica.
Sin embargo, con la publicación de esta obra, que puede ser suficiente para documentar con precisión, aquellos que no tienen las obras completas de Monseñor Pie, no pretendemos eximir a aquellos que tienen tiempo libre, del estudio directo y la lectura atenta de la integral. obra del gran obispo.[20]Por el contrario, no podemos recomendar lo suficiente esta lectura meditada y seguida. Les permitirá suplir las lagunas de nuestra síntesis y completará el pensamiento que queríamos resaltar.
Tampoco creemos que el obispo Pie haya agotado el tema y nos haya dado un tratado al que no podemos añadir. Uno se dará cuenta rápidamente, en la primera parte, por ejemplo, que las pruebas bíblicas y patrísticas sólo se indican
sólo sumariamente. También se lamentará no encontrar allí un estudio especial sobre la intimidad y el carácter amoroso de esta Realeza.
Sin embargo, hay que reconocerlo: el obispo de Poitiers dio todos los esbozos de un vasto y magnífico edificio doctrinal sobre la realeza de Cristo.
Toda nuestra ambición como toda nuestra recompensa habrá sido manifestar en el Cardenal Pío, el Doctor de la Realeza social de Cristo y el líder que debe conducirnos a la buena lucha por la restauración social cristiana.
PRIMERA PARTE
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JESUCRISTO ES REY DE LAS NACIONES
LAS NACIONES LE DEBEN OBEDIENCIA
Como indica el título, exponemos primero las pruebas de la realeza social de Jesucristo; luego nos ocupamos de la obligación impuesta a las naciones de reconocer esta realeza.
DIVISIÓN I
JESUCRISTO ES REY DE LAS NACIONES
CAPÍTULO I:
PRUEBAS DEL REINO DE JESUCRISTO
Algunas evidencias bíblicas. - Los dos textos preferentemente comentados por el cardenal Pie.
El 8 de noviembre de 1859, el obispo Pie, predicando el panegírico de San Emiliano en Nantes, aprovechó para plantear magníficamente la tesis de Cristo Rey.
“Jesucristo”, dijo, “es rey; no es uno de los profetas, no es uno de los evangelistas y apóstoles que no le asegura su calidad y sus atribuciones de rey. Jesús todavía está en la cuna, y los Reyes Magos ya buscan al Rey de los judíos Ubi est qui natus est, rex Judoerum? Jesús está a punto de morir: Pilato le pregunta: Entonces tú eres rey: Ergo rex, ¿eres? Tú lo dijiste, responde Jesús. Y esta respuesta se hace con tal acento de autoridad que Pilato, a pesar de todas las representaciones de los judíos, consagra la realeza de Jesús por un escrito público y un cartel solemne.
Y haciendo suyas las palabras de Bossuet, el obispo Pie prosigue: “Escribe, pues, escribe, oh Pilato, las palabras que Dios te dicta y cuyo misterio no comprendes. Sea lo que fuere lo que se alegue y represente, guardaos de cambiar lo que ya está escrito en los cielos. Que vuestras órdenes sean irrevocables, porque son en ejecución de un decreto inmutable del Todopoderoso. Que el reinado de Jesucristo se promulgue en lengua hebrea, que es la lengua del pueblo de Dios, y en lengua griega, que es la lengua de los doctores y de los filósofos, y en lengua romana, que es la lengua del imperio. y el mundo, la lengua de conquistadores y políticos. Venid ahora, oh judíos, herederos de las promesas; y vosotros, oh griegos, inventores de las artes; y vosotros, romanos, amos de la tierra; ven y lee este signo admirable; doblad vuestras rodillas ante vuestro Rey”.[21]
Estas son algunas pruebas bíblicas de la realeza de Nuestra Señora, el obispo Pie da otras aquí y allá en sus obras.[22]No podemos recogerlos todos, a veces por su brevedad, pero en dos de ellos: la misión que J.-C. da a sus apóstoles, y la oración del Pater, se detiene más.
"Escuchen", nos dijo, "las últimas palabras que N.-S. discurso a sus apóstoles, antes de ascender al cielo: Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las naciones. Fíjense, hermanos míos, Jesucristo no dice todos los hombres, todos los individuos, todas las familias, sino todas las naciones. No dice solamente: bautizar a los niños, catequizar a los adultos, casar a los cónyuges, administrar los sacramentos, dar sepultura religiosa a los muertos. Sin duda, la misión que Él les confiere incluye todo esto, pero incluye más que eso, tiene un carácter público, social porque Jesucristo es el Rey de los pueblos y de las naciones. Y así como Dios envió a los antiguos profetas a las naciones y a sus gobernantes para reprenderlos por sus apostasías y sus crímenes, así Cristo envía a sus apóstoles y su sacerdocio a los pueblos, a los imperios, a los gobernantes y legisladores para enseñar toda su doctrina. y su ley. Su deber, como el de San Pablo, es llevar el nombre de Jesucristo ante las naciones y los reyes y los hijos de Israel.[23].
Así, Jesucristo da a sus apóstoles la misión oficial de predicar su reino social, más aún, quiere que este reino sea proclamado por todos los fieles. Hará que cada cristiano lo pida cada día en la oración del Pater. “Nunca, nos dice el obispo de Poitiers, el divino fundador del cristianismo reveló mejor a la tierra lo que debe ser un cristiano que cuando enseñó a sus discípulos cómo debían orar. En efecto, siendo la oración como el soplo religioso del alma, es en la fórmula elemental que Jesucristo dio de ella donde debemos buscar todo el programa y todo el espíritu del cristianismo. Así que escuchemos la lección actual de Shifu. Entonces orarás así, dice Jesús. Sic ergo tu orabitis. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.[24]. Monseñor Pie, retomando el Pater, demuestra que estas tres exigencias pueden resumirse y condensarse en una sola, la del reino público, social, porque, explica, el nombre de Dios no puede ser santificado plena y totalmente si no es reconocida públicamente, la voluntad divina no se hace en la tierra como en el cielo si no se cumple pública y socialmente[25]. Y concluye:
“El cristiano no es, por tanto, como cierto mundo contemporáneo parece creer y afirma todos los días y en todos los tonos, no es pues un ser que se aísla en sí mismo, que se secuestra en un oratorio indistintamente cerrado a todos los ruidos de la el siglo y que, satisfecho con la condición de que salve su alma, no se preocupa por el movimiento de los asuntos aquí abajo. El cristiano es lo opuesto a eso. El cristiano es un hombre público y social por excelencia, su apodo lo indica: es católico, que quiere decir universal. Jesucristo, al trazar la oración dominical, ordenó que ninguno de los suyos pudiera realizar el primer acto de la religión, que es la oración, sin entrar en contacto, según su grado de inteligencia y según la amplitud del horizonte abierto ante él, con todo lo que pueda adelantar o retrasar, favorecer o entorpecer el reinado de Dios en la tierra. Y como ciertamente las obras del hombre deben estar coordinadas con su oración, no hay cristiano digno de ese nombre que no se emplee activamente, dentro de la medida de sus fuerzas, para procurar este reino temporal de Dios y para derribarlo. le estorba”.[26]
El obispo de Poitiers dio gran importancia a esta prueba extraída de nuestra oración diaria, y nunca se olvidó de traer este irresistible argumento a favor de la Realeza social de Nuestro Señor.[27]
CAPÍTULO Il
TÍTULOS DE JESUCRISTO A LA REALEZA
- Derecho de nacimiento. - Derecho de conquista. - ¿Cómo conquistó Jesucristo su Reinado? - Conclusión.
Jesucristo es Rey de las naciones. El obispo Pie lo probó con las Escrituras. Pero, ¿cuáles son sus títulos reales? La importancia de estos títulos no se le escapaba. Los indica en su panegírico de San Emiliano, donde hablando de esta realeza dice:
“Viene de lejos y se remonta a lo alto esta realeza universal del Salvador. Como Dios, Jesucristo fue rey desde toda la eternidad; por lo tanto, al entrar en el mundo, ya trajo consigo la realeza. Pero este mismo Jesucristo, como hombre, conquistó su realeza con el sudor de su frente, al precio de su sangre”[28]. El gran obispo reduce así a dos los títulos de Jesucristo a la realeza: el derecho de nacimiento y el derecho de conquista. Esta última, la conquista, le da tema a un desarrollo magistral en una homilía[29]que consagra precisamente a la universalidad de la realeza de Jesucristo. He aquí este pasaje: “Ciertamente el nombre y el atributo de Supremo Amo y Dominador pertenecen por derecho natural al Hijo de Dios hecho hombre: era prerrogativa obligatoria de la personalidad divina.
“Pero, a su derecho de nacimiento, tuvo la noble ambición de añadir el derecho de conquista, quiso poseer como mérito, y como consecuencia de los actos de su voluntad humana, lo que la naturaleza divina le había dado ya por merienda.
¿Y cuál fue la fuente de este mérito? ¿Qué batallas victoriosas fue esta conquista el premio?
En su epístola a los Filipenses, san Pablo nos enseña: "Siendo imagen viva y consustancial del Padre, y sin cometer usurpación pretendiendo ser igual a Dios, sin embargo, se aniquiló a sí mismo, tomando la forma de esclavo y haciéndose semejante hombres. Qué dije ? Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Ahora bien, prosigue el apóstol, “por esto Dios lo exaltó y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los infiernos”. Cada una de las palabras del texto sagrado necesita ser sopesada. Escuchas: "Exinanivit semetipsum". Se aniquiló a Sí mismo, se humilló a Sí mismo. Lucifer también descendió, fue rebajado por debajo de su rango primitivo. Pero no es por sí mismo que descendió. Muy al contrario, por un sentimiento de orgullo, por un efecto sacrílego de su voluntad, por un crimen de lesa majestad divina, quiso crecer, elevarse por encima de su propia estatura; dijo: Subiré y seré como el Altísimo, y es por castigo, es por castigo que ha caído de su primer estado. Asimismo, el hombre ha caído por debajo de sí mismo y de su dignidad innata; pero también para él fue el justo castigo infligido a la ambición por la que se había dejado seducir et eritis sicut dii, scientes bonum et malum: Seréis como dioses, conocedores del bien y del mal. No fue así con el Verbo Encarnado. Es libremente, es por elección, es por amor a nosotros, que el Hijo de Dios, igual y consustancial a su Padre, ha resuelto rebajarse hasta asumir nuestra naturaleza. Luego, habiendo perseguido este designio, fue por un acto meritorio de su voluntad humana y de sus facultades creadas que, no contento con haberse hecho hombre, se hizo esclavo, que prefirió la confusión a la gloria, la pobreza a la riqueza, el sufrimiento antes que alegría y finalmente que empujó el sacrificio hasta la aceptación de la muerte y la muerte de Cruz. “Ahora, dice el gran Apóstol, por esto, “propter quod” y aparte del nombre, el rango y el imperio que le aseguraba su origen celestial, Dios lo exaltó y le dio un nombre sobre todo nombre.[30]al establecerlo bajo un nuevo título, el de conquista, Rey, Señor y Supremo Dominador. ¿Podemos establecer mejor que el obispo Pie aquí los títulos de Jesucristo a una realeza universal? Sólo le queda concluir con san Pablo, exigiendo a los hombres la sumisión universal.
"Todas las rodillas", exclamó, "omne genu, todas las lenguas, omnis lingua". No establezcan, pues, excepciones donde Dios no ha dejado lugar a la excepción: in eo enim quod omnia ei subjecit, nihil dimisit non sujectum. El hombre individual y el cabeza de familia, el simple ciudadano y el hombre público, los individuos y los pueblos, en una palabra, todos los elementos de este mundo terrenal deben sumisión y homenaje a Jesús Rey”.[31]
DIVISIÓN II
LAS NACIONES DEBEN RECONOCER EL REINO DE CRISTO
CAPITULO UNICO: PRESENTACION DE LA DOCTRINA.
La afirmación de la Escritura. - Importante observación del cardenal Pío para la interpretación de los textos. - Identidad de los tres Reinos: de Dios, de Jesucristo y de la Iglesia. - La enseñanza de los Padres y en particular de San Agustín. Refutación de objeciones bíblicas y patrísticas. - Testimonio de la tradición. - Prueba de la razón. - Conclusión.
La sumisión y el homenaje de todas las criaturas: tal es la consecuencia de la Realeza de Jesucristo. Todos tenemos la rigurosa obligación de reconocer a nuestro Rey Jesucristo y de someternos a sus leyes. El obispo Pie se ocupó de la misma magnitud de esta obligación que alcanza a todos los individuos,[32]pero sin perder de vista su tema especial, que es la realeza social del Salvador, es a los pueblos mismos, como pueblos, y por tanto a sus gobernantes como gobernantes, que tomando prestadas las palabras de la Escritura, insinúa la obligación de reconocer a Jesús Cristo como Rey.
“Venid, patrias de los pueblos, clamó con David, venid y dad honra y gloria al Señor, venid y dadle la gloria debida a su nombre. Toma víctimas y entra en Sus atrios. Que toda la tierra se conmueva delante de su rostro, digan entre las naciones que el Señor ha reinado” (salmo 95). “Todos los reyes de la tierra le adorarán, todas las naciones le servirán. Los pueblos caminarán en su luz, los reyes en el esplendor de su nacimiento” (salmo 71), y con Isaías: “Derrama, Señor, el diluvio de tu ira sobre las naciones que no te conocen y sobre los reinos que no te conocen”. no invocado tu nombre. Toda nación y todo reino que no te sirva, perecerá”. (Isaías LX, 12).[33]
Estos textos, es cierto, traídos por el obispo de Poitiers, pueden parecer a algunos que no se aplican a la realeza de Jesucristo, pues ¿qué apariencia tiene David e Isaías, hablando de Dios en general, apuntando a Jesucristo en particular? Sin embargo, así es como deben entenderse. El obispo Pie, siguiendo toda la tradición católica en una de sus enseñanzas más esenciales, no distingue en absoluto entre el reino de Dios y el de Jesucristo y se identifica con estos dos reinos, el de la Iglesia. Aquí está su declaración formal: "El reinado visible de Dios en la tierra es el reinado de Su Hijo encarnado, y el reinado visible del Dios encarnado es el reinado permanente de Su Iglesia".[34]
Por eso Monseñor Pie puede traer en apoyo del reinado de J.-C. todo lo que los profetas dijeron sobre el reino de Dios y añadirle todo lo que los Padres dijeron entonces sobre el reino de la Iglesia.
En este sentido cita a san Agustín en sus cartas a Macedonio, alto funcionario del imperio, ya Bonifacio, conde de África. Escuchemos al gran médico citado por Mons. Las sociedades públicas participan de los deberes de los particulares y sólo pueden encontrar la felicidad en la misma fuente. Bienaventurado, dijo el Profeta-Rey, el pueblo cuyo Señor es Dios. Este es el deseo que debemos formar en nuestro interés y en el interés de la sociedad de la que somos ciudadanos; porque la patria no podía ser feliz con otra condición que la del ciudadano individual, ya que la ciudad no es otra cosa que un cierto número de hombres ordenados bajo una misma ley”.
Y en una de sus admirables cartas al gobernador Bonifacio añadió: "Una cosa es que el príncipe sirva a Dios en su calidad de individuo, otra cosa es en su calidad de príncipe". Como hombre, le sirve viviendo fielmente; como rey, promulgando leyes religiosas y sancionándolas con el vigor adecuado. Los reyes, continúa, sirven al Señor como reyes cuando hacen por Su causa lo que sólo los reyes pueden hacer. Y en otro lugar: "Llamamos felices a los emperadores cristianos si ponen su poder principalmente al servicio de la majestad divina para el aumento de su reino y de su culto".[35])
*** *
Al dar esta doctrina integral de la realeza de Jesucristo, el obispo Pie no podía dejar de encontrar ante él la oposición de aquellos católicos que se llaman liberales y cuyo grupo era particularmente poderoso en la época en que el obispo de Poitiers impartía sus enseñanzas.[36]
Le objetaron las palabras de Cristo: Mi reino no es de este mundo. Él responde con toda la tradición católica que estas palabras de Jesús a Pilato simplemente indican que el reino de Jesús es ante todo un reino espiritual que se establece por el poder divino y no por la fuerza de las armas. Pero de ninguna manera se sigue de estas palabras que Jesús no quiera reinar socialmente, es decir, imponer sus leyes a los soberanos ya las naciones. Los textos citados arriba determinan el significado de las palabras de Cristo.[37]
También objetaron que los textos de las Escrituras se referían a la antigua nación de Israel gobernada por una constitución teocrática. Demuestra que estos textos son generales y se aplican a todos los pueblos y todas las naciones, independientemente de la forma de su gobierno.[38]
“Jesucristo, escribió, no dictó a las naciones cristianas la forma de su constitución política. En esta materia, el tiempo, las voluntades y sobre todo las pasiones de los hombres pueden a veces producir y hacer necesarios cambios. Hay aquí un elemento humano sujeto a las vicisitudes de la tierra. Pero cualquiera que sea la forma que adopten los gobiernos humanos, se les impone instintivamente una condición esencial, y es su subordinación a la ley divina. El dominio de Dios sobre los pueblos no es menos absoluto que Su dominio sobre los individuos.[39]
“Todavía le objetaban ciertos Padres de la Iglesia en oposición a los príncipes portadores de leyes religiosas. Monseñor Pie opone la negación más categórica a la insinuación: “Si varios príncipes, dice, todavía neófitos y demasiado poco desacostumbrados a los ritmos absolutistas del cesarismo pagano, cambiaron desde el principio su legítima protección en opresión; si han procedido (generalmente en interés de la herejía y a petición de los obispos herejes) con un rigor que no está de acuerdo con el espíritu del cristianismo, se ha encontrado en la Iglesia de hombres de fe y hombres de corazón, como nuestros Hilaires y nuestros Martins,[40]como el Atanasio y el Ambrosio para recordarles el espíritu de la indulgencia cristiana, para repudiar el apostolado de la espada, para declarar que la convicción religiosa nunca se impone por la violencia, finalmente para proclamar elocuentemente que el cristianismo que se había extendido a pesar de la persecución de los príncipes, aún podía prescindir de su favor y no debía someterse a ninguna tiranía. Conocemos y hemos sopesado cada una de las palabras de estos nobles deportistas de la fe y libertad de la Iglesia su madre. Pero, al protestar contra los excesos y abusos, al culpar a los retornos inoportunos y poco inteligentes, a veces incluso en detrimento del principio y las reglas de la inmunidad sacerdotal, ninguno de estos doctores católicos dudó jamás que era deber de las naciones y de sus líderes hacer profesión pública de la verdad cristiana, a conformar sus actos y sus instituciones a ella, e incluso a prohibir mediante leyes preventivas o represivas, según las disposiciones de los tiempos y de los espíritus, los ataques que adquirieran un carácter de manifiesta impiedad y causaran turbación y desorden dentro de la sociedad civil y religiosa”.[41]
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Los liberales llevaron más lejos sus objeciones y pretendieron encontrar, en un texto de San Anselmo, una aprobación o una definición formal de la Iglesia libre en el Estado libre. Este texto: “Nada ama Dios aquí abajo tanto como la libertad de su Iglesia”. “Este texto citado mil veces, responde el obispo de Poitiers, ¿se entendió realmente? ¿No sabemos que esa libertad por la que luchó san Anselmo, por la que sucumbió santo Tomás Becket, uno de sus sucesores en la sede de Canterbury, fue precisamente la inmunidad eclesiástica y la inmunidad personal?, ¿y las cosas santas? Buen señor ! cuál sería el asombro de estos héroes y mártires de la libertad eclesiástica, si se les dijera que esta libertad de la Iglesia consiste simplemente en el derecho común de todas las doctrinas verdaderas y falsas y en la igualdad de todos los cultos ante el poder secular. Francamente, ninguna cita podría ser más engañosa”.[42]
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La prueba tradicional no incluye sólo a los Padres. También Monseñor Pie pretende que añadamos a su testimonio "los cánones de los Concilios, las Decretales y las Cartas de los Papas, las capitulares de los príncipes", y añade: "Desafiamos que jamás podamos establecer a este respecto, entre la doctrina primitiva y la disciplina posterior de la Iglesia, ninguna otra divergencia y ninguna otra oposición que la que resulta de la diversidad de aplicación según la diversidad de circunstancias. Al principio, como después, en esta materia como en casi todas las demás, la cuestión de la conducta vino a combinarse con la cuestión de los principios. Pero el derecho, el principio del Estado cristiano, del príncipe cristiano, de la ley cristiana, no sé si ha sido discutido jamás hasta hace poco tiempo, ni si alguna escuela católica ha podido vislumbrar jamás en su destrucción un progreso. y la perfección de la sociedad humana...
“San Pablo proclama que Dios ha puesto a su Hijo Jesús por cabeza de todas las cosas, y para que no se dude de la universalidad de este imperio, el apóstol añade que en esta sujeción universal nada fue exceptuado (Hebr II, 8) Las naciones especialmente habían sido prometidas a Él como herencia (Salmo II) Ahora bien, el Hijo de Dios no fue defraudado de esta gloriosa porción de su prerrogativa. Y habiendo llegado una vez bajo su cetro la plenitud de las naciones, aquellos que tuvieran la desgracia de rechazarlo recibieron su nombre de antemano de la misma boca del Señor. Son aquellas naciones apóstatas, gentes apóstatas, que se apartaron de Dios y rompieron sacrílegamente el pacto glorioso que Él se había dignado hacer con ellas”.[43]
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Tal, en su conjunto, es la prueba tradicional añadida a la prueba bíblica. Para seguir el orden de las demostraciones teológicas, es necesario añadir la prueba de razón que también debe rendir homenaje a la Realeza social de Nuestro Señor.
La raison nous apprend que Dieu est l'auteur de la société, non pas seulement en ce sens qu'Il a tiré du néant les individus qui la composent, mais encore parce qu'Il lui a donné la vie propre qui la caractérise : la vida social. El hombre, en efecto, florece en familia y la familia en nación, en virtud de una tendencia y siguiendo leyes que ha recibido del Creador. Y después de haberlas fundado, Dios da vida a las naciones y las gobierna; Les envía riquezas o pobrezas, victorias o derrotas, bendiciones o castigos, según sean fieles o rebeldes a su ley.
Dado que los pueblos, como pueblos, dependen así del Creador, deben, como pueblos, reconocer su autoridad. Deben a Dios homenaje público, social y nacional.
Aquí está la prueba de la razón. Monseñor Pie nos lo explica en su 3ª Instrucción sinodal. Comentando las palabras de San Pablo: “Dios, dijo, creó de una sola persona a todo el género humano; Le dio todo el globo por morada, definió el tiempo de aparición de cada pueblo y le señaló el lugar de su establecimiento. ... El organizador supremo fijó la hora de cada una de las naciones, asignó sus fronteras, determinó su papel, reguló su duración y su parte de acción en la obra general (V, 181), y, completando la prueba de la razón por el Revelación que nos enseña que Dios dio las naciones en herencia a su Hijo, su Redentor, exclama, haciendo suyas las palabras de un ilustre escritor: ¡Las naciones son queridas de Dios y concebidas en tu gracia, oh Jesucristo! A cada uno de ellos les has dado una vocación. En cada uno de ellos vive una idea profunda que viene de Ti, que es el tejido de sus destinos.[44]
Después de haber constatado así, en términos precisos y magníficos, la acción incesante de Dios sobre las naciones que Él creó y redimió por Su Hijo, el obispo Pie concluye que las naciones como naciones, los pueblos como pueblos están obligados como individuos "a asimilarse y profesar los principios de la verdad cristiana"[45]y rendir homenaje público y nacional a Dios ya su Cristo. Leamos en el III Sínodo los desarrollos que da a esta conclusión. Cualquier cita, cualquier corte los disminuiría. Deben ser meditados en la secuencia flexible y rigurosa que él mismo les dio.[46]
Así, creemos haber extraído de la obra del obispo Pie, una verdadera tesis teológica, estableciendo por la Escritura, la tradición y la razón, que N.-SJ-C. es verdaderamente Rey, no sólo del cristiano individual, sino de los pueblos y sus gobernantes.
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